El Zohar es, sin duda alguna, la obra más famosa del pensamiento místico universal, y de la Cábala en particular. Sus enseñanzas influyeron en elpasado y repercuten actualmente en todas las religiones conocidas. Rabí Shimón Bar Iojai y sus alumnos, fuera del espacio y del tiempo, analizan, investigan y desmenuzan los temas más profundos y herméticos de la existencia humana, tal como la creación del mundo conocido y de todos los mundos espirituales que le precedieron, el origen, la conformación de las almas y sus reencarnaciones, la vida después de la muerte o el sentido de lo Masculino y lo Femenino. A través de enseñanzas y relatos cargados de una fuerza vital impetuosa, la sola lectura de El Zohar modifica y transforma la vida de la persona hasta niveles sobre los que sólo puede atestiguar y transmitir quien se ha prestado a esta increíble vivencia de Luz abrasadora. Este volumen agrupa a 4 secciones del libro del Levítico: Tzav - Sheminí - Tazría - Metzorá. En él aparecen múltiples temas que son comentados con la pericia habitual, entre los que destaca la misteriosa relación entre Adán y el Trono de Gloria.
El Zohar es, sin duda alguna, la obra más famosa del pensamiento místico universal, y de la Cábala en particular. Sus enseñanzas influyeron en el pasado y repercuten actualmente en todas las religiones conocidas. Rabí Shimón Bar Iojai y sus alumnos, fuera del espacio y del tiempo, analizan, investigan y desmenuzan los temas más profundos y herméticos de la existencia humana, tal como la creación del mundo conocido y de todos los mundos espirituales que le precedieron, el origen, la conformación de las almas y sus reencarnaciones, la vida después de la muerte o el sentido de lo Masculino y lo Femenino. A través de enseñanzas y relatos cargados de una fuerza vital impetuosa, la sola lectura de El Zohar modifica y transforma la vida de la persona hasta niveles sobre los que sólo puede atestiguar y transmitir quien se ha prestado a esta increíble vivencia de Luz abrasadora. El volumen XXI incluye un estudio sobre el misterio de los tres pasos que daba el Sumo Sacerdote tres veces cuando realizaba el servicio en el Templo y vinculaba el Nombre Sagrado con su boca.
Alguien como Viktor E. Frankl, cuya primera crisis existencial le sobreviene a una edad tan temprana como la que tenía Wolfgang Amadeus Mozart cuando compuso su primer minué, ha tenido que dejar forzosamente su impronta en el siglo XX: el siglo del replanteamiento de todos los valores, de la aceleración vertiginosa de todos los procesos y de la decadencia de las costumbres sometidas a una constante manipulación cotidiana.
En su camino hacia la inmortalidad intelectual, y a diferencia de Mozart, Viktor E. Frankl vivió hasta la vejez con buena salud física y mental y una actividad incansable, incluyendo algunos años en los campos de concentración de Hitler, así como haber sido capaz de dedicar su vida exclusivamente a un pensamiento fundamental. Con una extraordinaria capacidad de percepción, Frankl pasó toda su existencia hablando de algo que, antes de él, parecía innecesario: explicar a los demás que la vida tiene un sentido, que ese sentido no es una imaginación nuestra, sino que realmente existe. Podemos, pues, aplicar a Frankl la famosa frase de Goethe: «En el principio era el Sentido».