La desgraciada situación actual del servicio público de la Administración de Justicia y del rango constitucional del llamado Poder Judicial fue analizada minuciosamente por Alejandro Nieto en un libro implacable aparecido en esta misma Editorial con el significativo titulo de El desgobierno judicial (2005). Las tesis sostenidas por el autor fueron aceptadas por algunos jueces y políticos y rechazadas airadamente por otros. Pero con el tiempo los hechos se han encargado de poner las cosas en su lugar. A lo largo de 2009 se produjeron unos insólitos movimientos entre los jueces que culminaron en dos huelgas y en el cese de un ministro de Justicia. De ello se ocupó la prensa con gran atención, aunque cuando al parecer se llegó a un acuerdo desapareció de pronto el interés informativo. ¿Qué es lo que pasó realmente? ¿Ha habido efectivamente un acuerdo o el conflicto se ha cerrado en falso? Alejandro Nieto retoma la cuestión en el presente libro y con la autoridad que le dan sus ensayos anteriores examina ahora cómo las huelgas fueron fruto de un generalizado malestar de los jueces y éste, a su vez, una consecuencia inevitable del desgobierno judicial previo. Después de describir el papel que han jugado los protagonistas del conflicto (ministerio de Justicia, Consejo General del Poder Judicial, Asociaciones de jueces y los propios jueces) llega a la conclusión de que la historia no ha hecho más que empezar puesto que falta por abordar el aspecto más importante y del que dependen todos los demás, a saber: el modelo judicial que quieren los jueces y necesitan los españoles.
La historia de pederastia en la Iglesia que nadie quiso escuchar
A los dieciséis años, Miguel Hurtado se apuntó al grupo de scouts de Monserrat por recomendación de una amiga de su madre. Miguel, que acababa de empezar a aceptar su homosexualidad y que lidiaba, día a día, con los eslabones oxidados de una familia disfuncional, se apoyó en esos momentos tan delicados en el germà Andreu, el monje de sesenta años que había fundado el grupo scout, un hombre querido y respetado por la comunidad. Creyéndose a salvo en Monserrat, Miguel confesó al germà su identidad sexual y este, bajo el pretexto de «ayudarle a curarse», abusó sexualmente de él.
Este pequeño libro contiene la gran intuición de Pierre Teilhard de Chardin: la visión fundamental de Cristo «todo en todos», del Universo movido e invadido por Dios en la totalidad de su evolución. Sus páginas «querrían enseñar a ver a Dios por todas partes: verlo en lo más secreto, en lo más consistente, en lo más definitivo del Mundo». Desde la atalaya firme constituida por dos mil años de experiencia cristiana, lo que Teilhard propone es una educación de la mirada que, recorriendo las dos mitades de la existencia humana (lo que el hombre hace, sus actividades, y lo que experimenta, sus pasividades), revele un Dios «universalmente tangible y activo, muy próximo y, a la vez, muy lejano».