Antes de que Picasso se convirtiera en Picasso, el icónico artista que es hoy una de las figuras más destacadas del mundo, la policía lo tenía bajo constante escrutinio. En medio de las tensiones políticas de la primavera de 1901, los servicios de seguridad le señalaron como anarquista. Esta se convertiría en la primera de las muchas entradas que llegarían a formar un extenso expediente policial.
Aunque no tardó en convertirse en el líder de la vanguardia cubista ni en lograr grandes retribuciones por sus obras a medida que su reputación crecía en todo el mundo, el arte de Picasso quedó excluido en gran medida de las colecciones públicas en Francia durante unas cuatro décadas. Al genio que concibió el Guernica como una declaración visceral contra el fascismo en 1937 se le negó la ciudadanía francesa incluso tres años después, en vísperas de la ocupación nazi. En un país en el que la policía y la conservadora Academia de Bellas Artes representaban dos de los principales pilares de la oligarquía de la época, Picasso se enfrentó a un triple estigma: el de extranjero, ideólogo radical y artista de vanguardia. Un extranjero llamado Picasso aborda la carrera y la obra del artista desde un ángulo completamente nuevo, basado en unas extensas fuentes de archivo que, a pesar de ser fascinantes, se han desoído durante demasiado tiempo.
En esta innovadora narración, Picasso emerge como un artista adelantado a su tiempo tanto estética como políticamente, un artista que ignoró las costumbres nacionales en favor de las formas cosmopolitas contemporáneas. Eligió el sur antes que al norte, las provincias a la capital y los artesanos a los académicos, al tiempo que alcanzaba una gran fama.
Los medios de comunicación nos bombardean día sí y día también con predicciones apocalípticas y tremendistas sobre la irreversible «emergencia climática». Sin embargo, y pese a las consignas de los supuestos expertos en transición ecológica y los activistas medioambientales, la realidad ha acabado dándole la razón al filósofo y experto en energía Alex Epstein.
Durante más de una década, ha defendido que cualquier impacto negativo de los combustibles fósiles en el medio ambiente se ve superado con creces por los beneficios que reporta su uso para el desarrollo humano, incluida su capacidad para proporcionar energía fiable y barata a miles de millones de personas en todo el mundo, especialmente a las más vulnerables.
Los combustibles fósiles no sólo han llevado la pobreza a un mínimo histórico:siguen siendo la fuente de energía dominante y su uso se incrementa, mientras que las energías renovables defraudan todas las expectativas y se muestran como una tecnología cara e ineficiente. Epstein argumenta que, si bien la energía fósil ha contribuido al calentamiento de 1 grado en los últimos 170 años, las muertes relacionadas con el clima están en mínimos históricos gracias, precisamente, a su desarrollo.
En Un futuro fósil, Epstein aplica su distintivo «marco de desarrollo humano» para afirmar que también las generaciones venideras disfrutarán de los beneficios de los combustibles fósiles. El camino hacia el progreso humano global, sostiene, pasa por una combinación de más combustibles fósiles con una mejor comprensión del clima, y por establecer políticas de «libertad energética» que permitan que la energía nuclear y otras alternativas verdaderamente prometedoras alcancen todo su potencial a largo plazo.
Alekos era yo, en hombre», dijo Oriana Fallaci tiempo después. Alexandros Panagoulis, Alekos, fue para ella una causa, un espejo, un gran amor y también el argumento de su novela maestra. Fallaci lo entrevistó en 1973, cuando él, un héroe de la resistencia en la Grecia de la dictadura, había salido de la cárcel tras sufrir varios años de brutales torturas y aislamiento, y a él dedicó su vida y todos sus recursos durante los siguientes tres años. En 1976, Panagoulis murió en un accidente de coche que nunca se ha esclarecido por completo. En esta novela, Oriana Fallaci narra la historia de los dos, pero también la de él y también la de ella. La de los dos, casi imposible, una pasión condenada. La de él, un relato de heroísmo y convicción, pero también con un lado oscuro al que ella no cerró los ojos. La de ella, un análisis de la entrega, del amor y de la admiración, tantas veces contradictorios con la vida de una periodista que ya era una estrella cuando se conocieron.