Este libro, nos dice su autor, es fruto de largos años de reflexión en torno a «líneas de pensamiento y experimentación poco habituales». Para él, la fuente es la imagen que mejor representa el misterio de la vida; en arquitectura, los rascacielos serían las fuentes heladas que han ido brotando en las ciudades. La forma, como afirmaba Sullivan, ha de ser siempre fiel a la función, pero, según Bragdon, la función debe expresar y determinar a la vez el significado mismo de la forma, como ocurre en los organismos naturales. Por tanto, la arquitectura ha de ser orgánica y estética, no en el sentido de «acorde con el buen gusto», sino en el más profundo de belleza.
La gran divergencia arroja luz sobre uno de los grandes interrogantes de la historia: ¿por qué empezó el crecimiento industrial sostenido en el noroeste de Europa? El historiador Kenneth Pomeranz demuestra que ya en 1750 la esperanza de vida, el consumo y los mercados de productos y otros factores eran comparables en Europa y Asia Oriental. Además, ciertas regiones clave de China y Japón no estaban en peor situación ecológica que las de Europa Occidental, y cada región se enfrentaba a la correspondiente escasez de cultivos agrícolas.
En la tercera semana de febrero de 1944, las fuerzas aéreas aliadas con base en Gran Bretaña e Italia lanzaron su primera gran ofensiva de bombardeos contra Alemania. Su objetivo: aniquilar las principales fábricas y centros de producción de la Luftwaffe y, al mismo tiempo, atraer a los aviones alemanes a una batalla aérea de desgaste con la que neutralizar a la aviación germana antes del desembarco de Normandía. Oficialmente llamada operación Argument, esta ofensiva aérea no tardó en conocerse como la «Gran Semana», y fue uno de los momentos decisivos de la Segunda Guerra Mundial.
Durante algo más de cinco décadas, ha sido espía, matón, mayordomo, oficial nazi, estafador, donjuán, peluquero y asesino, entre docenas de personajes que, con frecuencia, exigieron de él la máxima solvencia interpretativa. Pero Michael Caine no dejó de ser nunca Michael Caine para una audiencia rendida a sus encantos.
Su metro noventa, sus rizos rubios, su sonrisa socarrona y sus párpados pesados como leños encarnaron al tipo que muchos querríamos ser: un fresco, un canalla, un héroe, un caballero, casi siempre todo al mismo tiempo, y casi siempre un peldaño por encima de lo meramente humano. Publicado por primera vez en español, este libro abarca casi ocho décadas de sus peripecias y nos permite comprobar que ni siquiera rodeado por el oropel de Hollywood dejó de ser nunca el niño esquivo, huraño y burlón del humeante Londres de su infancia.
Esta guerra se librará desde Ucrania hasta Taiwán, desde el fondo del mar hasta el espacio exterior, en las minas de litio y en el ciberespacio. Será larga y enfrentará no solo a dos bloques, sino a una familia occidental, más bien liberal, contra una autoritaria familia euroasiática. Será una lucha por la influencia a escala global, marcada por las crisis y los conflictos regionales. ¿Estamos, como en la década de 1910, en vísperas del gran choque de imperios? ¿O, como en la de 1930, ante el surgimiento de un totalitarismo agresivo? ¿O, como en los años cincuenta, al comienzo de una nueva forma de Guerra Fría? ¿Qué pasaría si Occidente no estuviera en tan mala posición para ganar esta nueva guerra? ¿Y si sus debilidades fueran menos importantes que las de sus oponentes?
El fin de la República fue, desde el punto de vista de las fuentes romanas, un largo siglo marcado por guerras civiles: Mario contra Sila, César contra Pompeyo y Octaviano contra Marco Antonio. Guerras que podrían parecer solo ajustes de cuentas entre facciones romanas, interrumpidas por campañas contra bárbaros o rebeldes, pero, en realidad, fueron algo mucho más complejo.
Desde Hispania hasta Mesopotamia, la perspectiva se volvió global. Porque ante esta expansión, bereberes, hispanos, galos, griegos, tracios y armenios ocuparon la primera fila de estos espectáculos trágicos de las guerras civiles romanas de las que dependía su destino, por lo que fueron más que peones en el tablero del Imperio romano. Junto a Octaviano o Antonio, hubo otros extranjeros menos conocidos que Cleopatra implicados en el Gran Juego entre Roma, los partos y los demás pueblos vecinos: el moro Bogud, el cilicio Tarcondimoto y el armenio Atravasdes, que influyeron en la política interna republicana.
Un fascinante viaje por las civilizaciones a través de los cincuenta libros más influyentes de la historia.
Este libro es un emblema de la cultura y de todas las civilizaciones. Aquí conviven una multitud de historias para contarnos cómo ha caminado la humanidad en este planeta. Daniel Smith da cuenta de este camino a través de cincuenta de los libros más importantes, cuya influencia marcaron el devenir de percepciones y realidades.
Una relectura de la Ilíada en la que los dioses son los verdaderos protagonistas.
En esta suerte de novela coral, Nucci revindica la fuerza y la vigencia del mito para interpretar la actualidad.
Cuando pensamos en la Ilíada, imaginamos a los dioses como espectadores desde lo alto del Olimpo, comentando el feroz combate de héroes y guerreros en la llanura de Troya mientras disfrutan del aperitivo, tomando partido por unos u otros y moviendo los hilos de los protagonistas como si estos fueran marionetas o piezas sobre un tablero. Para Giovanni Nucci no es exactamente así, y en este libro propone una interesante relectura del célebre poema épico situando a los dioses como los verdaderos protagonistas, pues más allá de su intervención en las batallas de los héroes, representan a las fuerzas interiores que mueven desde lo más profundo nuestra humanidad. Con erudición y un gran sentido del humor, el autor ahonda en las complejas y paradójicas relaciones de los moradores del Olimpo, arrojando una nueva luz sobre las historias y curiosidades del entramado divino.
Unas ochocientas fotografías originales acompañadas de una clara información. Hechos nuevos e ideas recientes. Cubre extensamente todos los aspectos de la I Guerra Mundial con textos e ilustraciones.
¿Cuál es la distancia que separa una obra de arte valiosa de la que no lo es? ¿Acaso es una mera cuestión de gusto, de bagaje, de canon, de accesibilidad, de marketing? Juan Cárdenas aventura en este libro una teoría: «Todo gran arte trae consigo la marca de la ligereza». No es tan fácil distinguir lo ligero de lo pesado, pero hay algo que está claro: la fuente primordial de la ligereza es el placer. El arte da placer no porque imite a la vida, sino porque es capaz de traducir sus leyes secretas al lenguaje de las formas sensibles. Y la vida es ligera, fugaz, esquiva, grácil, vulnerable y resistente de un modo inexplicable. En su afán por desentrañar este concepto, el autor nos lleva de la mano por una serie de cuestiones esenciales para reflexionar sobre lo que hoy consideramos digno de admiración, ya sean las modas, lo militante, las inercias del mercado, la posibilidad de la utopía o el lado oscuro de uno de los mantras de la sensibilidad contemporánea: la búsqueda de la autenticidad. Un recorrido original que acaba por ser, además, una manera de esclarecer los mecanismos de su propia escritura. La precisión y la afabilidad de su prosa, la plasticidad de sus ideas y su deslumbrante capacidad para exponerlas de una forma tan sencilla como profunda hacen de La ligereza un ensayo estimulante y fértil, una grieta luminosa en el imperturbable territorio de lo mayoritario.