El renombrado neurocientífico Joseph LeDoux indaga en la historia natural de la vida en la tierra para brindar una nueva perspectiva sobre las similitudes entre nosotros y nuestros antepasados. Esta revisión de la evolución en la Tierra arroja nueva luz sobre cómo evolucionaron los sistemas nerviosos en los animales, cómo se desarrolló el cerebro y qué significa ser humano.
En Una historia natural de la humanidad, LeDoux sostiene que la clave para comprender el comportamiento humano radica en ver la evolución a través del prisma de los primeros organismos vivos. Al tiempo que rastrea la cadena evolutiva a lo largo de los años, muestra cómo incluso los primeros organismos unicelulares tuvieron que resolver los mismos problemas a los que nos seguimos enfrentando en nuestro día a día. Asimismo, LeDoux explora nuestro lugar en la naturaleza, cómo la evolución de los sistemas nerviosos mejoró la capacidad de los organismos para sobrevivir y prosperar, y cómo el surgimiento de lo que los humanos entendemos como conciencia hizo posible nuestros mayores y más horrendos logros como especie.
La nueva obra de Julián Casanova, uno de los historiadores españoles más importantes y con mayor proyección internacional, propone un nuevo enfoque de las manifestaciones de violencia, recurrentes y a veces continuas, que desde el terrorismo anarquista a las guerras de secesión en Yugoslavia marcaron a sangre y fuego la historia del siglo XX europeo. En él sobresalen la violencia colonial, la limpieza étnica, el genocidio, la guerra y la violencia sexual, donde los verdugos, asesinos y violadores crearon sus propios rituales de tortura y muerte, practicados de forma individual o en grupo, vistos por muchos más, víctimas, testigos y aprendices de criminales.
Son múltiples historias que se superponen y entrecruzan unas con otras, desde España a Rusia, desde el Báltico al Mediterráneo, para descubrir la lógica de la violencia. Y en la narración destacan como hilos conductores la ideología de la raza y de la nación, los momentos de crisis generados por las guerras y las revoluciones y los proyectos de utopías totalizadoras. Un siglo de violencia indómita, con cicatrices visibles u ocultas de masacre y destrucción. Un pasado hecho presente, recordado, olvidado, confrontado, reprimido.
Un deslumbrante viaje a través de dos mil años de audaces ideas y experimentos utópicos que exploran otras formas de organizar nuestra vida cotidiana, y un viaje trotamundos a comunidades que ya están poniendo en práctica estas visiones en la actualidad. En el siglo vi a. C., el filósofo griego Pitágoras fundó una comuna en un pueblo costero del sur de la actual Italia. Allí, hombres y mujeres compartían sus posesiones, vivían como iguales y se dedicaban al estudio de las matemáticas y los misterios del universo. Desde entonces, los seres humanos hemos ideado mejores formas de organizar nuestra convivencia, compartir nuestras propiedades, criar a nuestros hijos y determinar quién forma parte de nuestras familias. Algunos de estos experimentos duraron un breve periodo de tiempo, pero otros siguen vigentes hoy en día. La pensadora feminista Kristen R. Ghodsee nos invita a explorar lugares que se han atrevido a reimaginar cómo podríamos vivir nuestra vida cotidiana: comunidades danesas de vivienda colaborativa que comparten las tareas y estrechan los lazos de vecindad, ecoaldeas matriarcales colombianas en las que las residentes cultivan todos sus alimentos o los microdistritos planificados en la Unión Soviética, que garantizan que todo lo que pueda necesitar un hogar esté cerca. Utopías cotidianas ofrece una visión radicalmente esperanzadora de cómo construir sociedades más satisfechas y conectadas.
Hace unos años, Linda Kinstler se enteró de que un hombre que llevaba décadas muerto —un nazi que había pertenecido al mismo comando asesino que su abuelo— era objeto de una investigación judicial en Letonia. Se trataba de Herberts Cukurs, el «carnicero de Riga», un célebre aviador que, tras la Segunda Guerra Mundial, huyó a Brasil hasta que el Mosad lo asesinó en 1965. Debido a la desidia de la fiscalía y al blanqueamiento de la biografía de Cukurs en nombre del orgullo patrio, existía el riesgo de que el proceso desembocara en su absolución. Como sucedía en otros lugares de Europa, algunos hechos incontestables y arduamente probados del Holocausto eran puestos en tela de juicio al mismo tiempo que morían sus últimos supervivientes, es decir, sus últimos testigos legales.
Guiada por las reflexiones del estudioso Yosef Yerushalmi, que se pregunta si el antónimo del olvido no es la memoria sino la justicia, Kinstler investiga la historia de su familia y se sumerge en los archivos de diez países para reflexionar sobre los desafíos legales y morales que presentan los crímenes del nazismo en pleno siglo xxi. ¿Cómo defender la verdad y la dignidad de las víctimas cuando se apagan sus voces? ¿Qué papel le corresponde a la justicia en una época en que, al amparo de ideologías ultranacionalistas, proliferan la negación y el revisionismo?
Hace cinco siglos, el 13 de agosto de 1521, caía Tenochtitlán, la otrora esplendorosa capital del Imperio azteca y ahora tan devastada como sus habitantes, exterminados por la guerra, el hambre y la viruela. Un mundo, el de Moctezuma y Cuauhtemoc, el de Huitzilopochtli y el Tezcatlipoca, se extinguía, y otro, el de Cortes y Malinche, el de Cristo y la Virgen de Guadalupe, nacía. Un hito en la historia universal, que supuso un bocado de león en la conquista española de America y que marcó el nacimiento del país mestizo que es Mexico. Un hito doloroso, pero que cinco siglos despues sigue asombrando: ¿cómo pudieron Cortes y su puñado de españoles, prácticamente incomunicados, en medio de un mundo que les era totalmente ajeno y extraño, conquistar un Imperio que se enseñoreaba sobre una vasta parte de lo que hoy es Mexico? ¿Cómo pudieron escapar en la Noche Triste y vencer a los guerreros águila y jaguar en Otumba?
No encontrarás una descripción de edificios que albergaron a locos, sino matices y anécdotas de los locos y los cuerdos que los habitaron.
El protagonista de los dos libros anteriores (sobre cementerios y cárceles) escribe cartas al autor durante la pandemia y en cada una le habla de un manicomio diferente.
Los relatos están plagados de anécdotas, unas muy desagradables y otras más asequibles, incluso las hay divertidas y, sin duda, todas sorprendentes. No se recrea en el morbo, provoca que el lector se enganche y quiera saber, pero sin sufrir más de la cuenta.
Al final de cada capítulo recomienda una película y una canción que tienen alguna relación con el manicomio explicado.