La raíz y causa principal de la historia de la humanidad tanto en sus aspectos positivos como negativos es el carácter dual y antitético que caracteriza sin excepción al hombre, esto es, su inclinación tanto al bien como al mal. Este dualismo individual es asimismo la clave para explicar y comprender el dualismo colectivo que ha existido siempre y las luchas que han surgido una y otra vez entre las diversas clases y estratos sociales. Partiendo de esta tesis, Heleno Saña reconstruye en su nuevo libro los conflictos de la más diversa especie que se han dado en todos los ciclos históricos, tipos de sociedad y civilizaciones desde los tiempos más remotos a hoy.
Consecuente con su concepción dualista del hombre y de la historia, el autor rechaza como dogmáticas y unilaterales las visiones edificantes de la historia, a la vez que rechaza las concepciones pesimistas que niegan al hombre la capacidad de aprender de sus errores y buscar modos de vida y una tabla de valores capaces de poner en pie un modelo de sociedad lo más humano y justo posible. El camino a seguir para alcanzar esta meta es el de combatir, a través de la reflexión y el examen de conciencia, sus inclinaciones egoístas y potenciar lo que en él anida de noble y altruísta.
El espejo y el oráculo ofrece, en un lenguaje accesible, una visión exhaustiva de la estética de Schopenhauer. La obra sitúa al filósofo en el contexto intelectual de su momento, de modo que pueda comprenderse su singularidad como pensador de la belleza y de lo terrible.
A continuación, el libro se desplaza desde “la filosofía del espejo” al lugar opuesto. Tras dejar atrás la juventud, Schopenhauer desarrolló una “filosofía del oráculo”, de vocación activa, para comerciar con el mundo en las disputas sociales, en la pugna por el prestigio burgués y en la satisfacción de necesidades. Esta segunda sección oracular versa sobre temas como la astucia, la dialéctica, el honor, la vanidad, la vejez o la amistad, que no siempre han sido atendidos por los intérpretes.
De la desesperación más profunda nace también la esperanza más íntima. La esperanza nos lanza hacia lo desconocido, nos pone camino de lo nuevo, de lo que jamás ha existido. Guerras, migraciones masivas, atentados, catástrofes climáticas, crisis y pandemias: escenarios apocalípticos muy diversos nos confrontan con una inminente amenaza de hundimiento y extinción. Y mientras vamos de catástrofe en catástrofe, nuestra verdadera vida se asfixia y se ve reducida a una pura supervivencia. Sin embargo, la esperanza nos abre tiempos futuros y espacios inéditos, en los que entramos soñando. Es toda una manera de existir, que no resulta de hechos dados, sino que posibilita nuevos acontecimientos precisamente cuando más imposibles parecerían. Tras sus famosos ensayos de crítica negativa del régimen neoliberal, en esta nueva y novedosa obra el célebre filósofo Byung-Chul Han emprende no ya un viraje, sino una verdadera superación hacia una alentadora visión del hombre. En el espíritu humano anida la capacidad de hacer fecundo lo más yermo.
El fin de la historia no puede haber llegado con el neoliberalismo, como anunció Fukuyama. El espíritu universal, según Hegel, sigue un proceso dialéctico entre dos polos opuestos cuya tensión culmina en su síntesis. Así como el salmón, que retorna a su lugar de nacimiento para morir y desovar, el espíritu universal, tras su paso por Europa y hacer escala en Silicon Valley, vuelve al origen, que Hegel identifica en China. Aquí encontramos la síntesis entre capitalismo liberal y comunismo. La inteligencia artificial será su nueva herramienta de poder económico-tecnológico, que logrará desbancar al ser humano. Quizás entonces la historia humana llegue a su fin.
Con una riqueza de ideas y el uso de potentes símbolos e imágenes, Moritz Rudolph nos ofrece una filosofía de la historia mediante una narrativa original y provocadora que desborda los límites de las categorías teóricas habituales. El ensayo se presenta como una llave de comprensión de nuestra historia presente y de un posible futuro cada vez más cercano.
Vivimos convencidos de que, en todas las situaciones de la vida, reaccionamos directamente a los acontecimientos. Sin embargo, para los filósofos estoicos esto es pura ilusión: en realidad reaccionamos a nuestros juicios y opiniones, a lo que pensamos de las cosas, no a las cosas en sí. El estoico practicante ha de estar decidido a tomar conciencia de esos juicios, a descubrir su irracionalidad, y a elegir con más cuidado lo que piensa.
En estos tiempos confusos, parece no haber día en que no se cuestione el papel que debe tener la filosofía en las aulas de secundaria y bachillerato, e incluso en la propia universidad. Aunque la cuestión viene de lejos, pues en sus comienzos ya se debatía sobre la relación de alguna de sus formas con la corrupción de menores, sorprende la insistencia de este cuestionamiento, habida cuenta de que los argumentos que se esgrimen en contra de la filosofía –escasa o nula utilidad, casi completa desvinculación del mercado de trabajo– también podrían dirigirse contra otras disciplinas no tan disputadas, no solo humanísticas, sino también científicas. A contracorriente de los argumentos al uso, este libro reivindica para la filosofía un papel decisivo en las aulas. Sin embargo, como deja claro el libro, no hay papel sin actores que lo interpreten: desde su propia experiencia docente los autores de este volumen proyectan su idea de lo que debe ser el profesor de filosofía, ese educador tan denostado.