Uno de los expertos económicos más importantes del panorama internacional, disecciona el impacto que el coronavirus ha tenido en el sistema capitalista.
La aparición de un desconocido virus en China en diciembre de 2019 mereció breves y confusos titulares, pues nadie supo prever su posterior conversión en pandemia global. En cuestión de semanas, la economía mundial se detuvo abruptamente: los aviones permanecían en tierra, las cadenas de suministro se rompían y sectores completos como el turismo reducían su actividad a cero. Ni tan siquiera los mercados financieros, tan alérgicos al riesgo, pudieron preservarse de un colapso económico que provocó la caída más rápida y fuerte de los mercados de valores desde 1929.
De la noche a la mañana, nuestro mundo cambió y 2020 se convirtió en un año de inflexión. El gran cronista de la pasada crisis financiera, el economista Adam Tooze, nos presenta el análisis mejor informado sobre la historia de ese cierre y sobre hacia dónde nos dirigimos. Gracias a su acceso privilegiado a datos, protagonistas e instituciones se relata, de forma convincente y a veces impactante, cómo ha repercutido este desafío tanto en los grandes centros económicos mundiales como en los mercados emergentes. Mientras nos aferramos al milagro tecnológico y del conocimiento en forma de vacuna, la crisis del coronavirus ha evidenciado nuestra fragilidad.
La guía perfecta para el pequeño y mediano inversor
Siempre nos han dicho que la inversión es para gente con mucho dinero y esto ha generado una brecha en nuestra sociedad. Los vehículos de inversión se sienten mucho más atraídos por los grandes patrimonios, los colegios apenas enseñan finanzas o economía y los chiringuitos financieros están a la orden del día. Todo ello, ha contribuido a generar una falta de cultura financiera en nuestra sociedad que cada vez se hace más grande. Vivimos una situación donde la impresión por parte de los bancos centrales aumenta, las tensiones geopolíticas son cada vez mayores y donde internet juega un papel muy importante: el dinero se mueve más rápido que nunca.
En estas páginas, Clara Navarro nos explica de un modo sencillo algunos de los conceptos, cuestiones y problemas asociados al modo de vida que nos «ofrece» el capitalismo. En sus propias palabras: «Me conformo con hacer ver que aunque lo podrido y malvado del mundo es eterno, se organiza en el presente bajo una forma histórica específica llamada “capitalismo”, que este se apoya en determinadas estructuras de dominación y que su configuración presente también da pistas acerca de lo que podría venir en el futuro».
Apoyándose, entre otras, en las tesis de Robert Kurz y con ejemplos aplicados a la vida cotidiana, este texto nos hace reflexionar sobre la lógica del capital y pone de manifiesto el impacto que tiene en nuestro día a día, arrojando luz sobre muchos recovecos de la economía que parecen opacos, sin olvidar el análisis de las cuestiones más actuales y sus implicaciones, como los límites internos y externos del capital, la economía digital, el nuevo espíritu del capitalismo, la automatización, el futuro del mundo laboral, la cuestión de la «raza», el entorno natural, el género, etc.
Riguroso en sus planteamientos y asequible en su forma, El capitalismo de hoy, la incertidumbre de mañana desgrana la turbia realidad que nos gobierna y constata lo perverso e inmoral de un sistema que, según todos los indicios, solo puede ir a peor.
Los Estados nación dan un toque de color a los mapas, pero no suponen una verdadera fuente de poder.
En esta última década, la globalización ha fragmentado el mapa en diferentes espacios jurídicos: puertos francos, paraísos fiscales, zonas económicas espaciales. Con estos nuevos espacios, los ultracapitalistas han empezado a creer que es posible escapar de las ataduras y la supervisión del gobierno democrático.
El capitalismo de la fragmentación sigue la búsqueda por todo el mundo de los libertarios radicales más conocidos —desde Milton Friedman a Peter Thiel— para encontrar el espacio perfecto para el capitalismo. El historiador Quinn Slobodian nos lleva del Hong Kong de la década de 1970 a la Sudáfrica de los últimos días del apartheid, del Sur neoconfederado a la antigua frontera del oeste estadounidense, de la ciudad medieval de Londres a las cámaras acorazadas de oro de los multimillonarios de derechas, y finalmente a los océanos y zonas de guerra del mundo, trazando una incesante cacería de un nuevo espacio donde la competencia de mercado no se vea obstaculizada por la democracia.
En este libro imprescindible, Jean Ziegler explica cómo funciona este sistema y cómo podemos desactivarlo. En una conversación con su nieta Zohra, desenmascara los argumentos que lo presentan como algo inevitable y da pistas sobre cómo podemos actuar para romper este régimen caníbal.
No es fácil describir el capitalismo. Podría decirse, simplemente, que es un sistema en el cual se invierte dinero para conseguir un beneficio. Pero quienes han intentado definirlo —de Karl Marx a Adam Smith, de los Ilustrados a los líderes de los grandes fondos de inversión— se han topado con su carácter escurridizo. Ahora bien, ¿y si a lo que se parece el capitalismo es al general Custer y la lucha del Gobierno estadounidense contra los indios americanos?
En este libro original y contraituitivo, que es al mismo tiempo una historia del capitalismo y un análisis de su futuro, Alfonso Durán-Pich desgrana cómo nuestro sistema económico ha demostrado su capacidad de supervivencia frente a todos sus enemigos. Para ello, se ha valido de multitud de recursos que le han permitido ajustarse a los cambios que se producían en el entorno. Pero, como el Séptimo de Caballería, ha dejado muchos cadáveres por el camino. Y esto se acaba pagando. ¿Es posible que el capitalismo haya ganado mil batallas hasta hoy, pero pueda perder la última y más importante?
Para impedir que la peculiar versión del capitalismo chino someta al capitalismo liberal, este debe hacer autocrítica y poner freno a la hidra financiera y la desmedida ambición de las grandes empresas tecnológicas. Solo así, dice Durán-Pich, evitaremos acabar como Custer.