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UNA IDEA DE FELICIDAD

Los momentos fulgurantes pueden anidar en cualquier parte, a cualquier hora y bajo cualquier circunstancia. Cuando se manifiestan, la alegría y el placer emergen de manera imprevista, y la realidad, por muy oscura que sea, resplandece durante un instante. La música, en sus polifacéticas formas, también es capaz de desencadenar episodios memorables y actuar como catalizador de sentimientos profundos. Puede elevar nuestro estado de ánimo, proporcionarnos una vía para expresar y procesar las emociones, hacer que fortalezcamos nuestras relaciones de pertenencia con el mundo que nos rodea y, entre otras muchas cosas, ofrecer experiencias que nos permitan establecer una conexión genuina con nuestro propio ser. Wanda Landowska vive uno de esos momentos fulgurantes interpretando a Scarlatti al clave, en medio de un estruendo de cañonazos antiaéreos. Erik Satie protagoniza otro trabajando en la composición de su nueva obra en un café cerca del cementerio de Montparnasse, mientras alterna cantidades industriales de cerveza con tragos de aguardiente. Albert Einstein, en su casa, cada una de las veces que come lentejas con salchichas o interpreta al violín música de su adorado Mozart. Marian Anderson, poniendo el cuerpo y la voz en cada una de sus actuaciones para transformar lo que Martin Luther King Jr. llama el último bastión del elitismo: la música clásica. Winnareta de Polignac, charlando sobre los Cuartetos de cuerda de Beethoven con Virginia Woolf en el salón que la escritora tiene en Londres, en el distrito de Bloomsbury. Imogen Holst, al darse cuenta de que, a través de la música, los habitantes de un pequeño pueblo del suroeste de Inglaterra dan rienda suelta a la necesidad innata de conectarse y expresarse emocionalmente con los demás. Glenn Gould, haciendo todo lo contrario, aislándose del mundo con su piano y su silla enclenque en una sala repleta de micrófonos. Y es que el pianista aseguraba: «mi idea de felicidad es pasar doscientos cincuenta días al año en un estudio de grabación».
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VER A DIOS COMO EL PADRE PERFECTO

Cuando piensas en Dios, ¿te imaginas un dictador que exige lealtad absoluta o un entrenador que espera que cumplas con sus expectativas? ¿O incluso un asistente virtual para ayudar cuando se agotan otras opciones? Esta edición actualizada del éxito de ventas nacional Nunca olvidados desafía nuestra percepción de quién es Dios y nos señala a un Padre celestial que no está ausente ni es ambivalente, sino que está disponible, es afectuoso, y está listo para colmarnos de Su aprobación y amor. No importa lo que haya pasado de este lado de la eternidad entre tú y tu padre terrenal, Ver a Dios como el Padre perfecto te ayudará a: Aceptar quién es Dios y descubrir la verdad y la belleza de Su naturaleza Entender que Dios te creó de manera única y te ama incondicionalmente Desatar las cadenas que te mantienen cautivo y encontrar la libertad en quién eres en Cristo Caminar en la plenitud, la autoridad y la intimidad de un hijo de Dios. Cuando nos aferremos a la verdad de que nuestro Dios ha atravesado el cielo y la tierra para alcanzarnos, ya no seremos definidos por nuestro pasado, sino por el amor de un Padre perfecto. Aprende cómo Dios quiere que experimentemos su amor único e incondicional y que vivamos en la libertad, la abundancia y la bendición que el da gratuitamente.
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