Yo pude; ¡tú puedes! es una herramienta y una guía para las personas que han estado buscando una solución a sus trastornos emocionales, pero han luchado por encontrar la paz y el bienestar.
Este libro es para ti si…
te sientes agobiado o ansioso,
quieres disminuir tu estrés o manejar tu ira,
has sobrevivido a cosas inimaginables que hoy afectan todo tu estado emocional y tus relaciones
estás desmotivado,
te interesa elevar tu inteligencia emocional,
necesitas mejorar tus relaciones y la comunicación con tus seres cercanos,
te gustaría elevar el nivel de tu autoestima y creer en ti,
te cuesta perdonar o perdonarte,
anhelas ser más feliz y disfrutar de un mejor bienestar emocional.
Este Libro quiere ser un camino para saborear, desde un ángulo personal, muchas de las actitudes de la vida de Jesús. Ofrece ayuda para vivir la vida al estilo de Jesús.
Joyce Meyer tiene un don para acuñar frases (Joycismos) y una de sus más famosas
es: “Donde vaya la mente, el hombre la seguirá”. Meyer aporta las claves para un pensamiento poderoso, dándole al lector la capacidad de usar su mente como una herramienta para el éxito.
En El poder del pensamiento, un libro pequeño y portátil que puedes llevar fácilmente contigo en bolsos, maletas, portafolios, mochilas e incluso bolsillos, Meyer propone un programa flexible para convertir los pensamientos en hábitos y los hábitos en triunfos.
Las secciones incluyen:
• El poder de tu versión optimista
• Conserva tu actitud en la altitud correcta
• El poder de la perspectiva
• Más poder para ti
En su nuevo devocional, la autora te ayuda a permanecer conectada con Dios y a seguir amando a los demás incluso en medio de circunstancias desalentadoras, decepcionantes o incluso devastadoras. Experimenta 50 días de devocionales matutinos y vespertinos complementados con hermosas fotografías en color de lugares significativos en los que Lysa ha trabajado a través de su propia sanación. Cada devoción contiene:
-un versículo bíblico para empezar el día.
-una declaración de verdad para recordar a lo largo del día.
-un espacio para escribir y devolver algo a Dios al final del día.
-una oración que debes recibir antes de irte a dormir para prepararte mejor para mañana.
Sin estos componentes cruciales entretejidos en la rutina de nuestras temporadas más duras, conectar con el Señor puede empezar muy pronto a sentirse abrumador y como un elemento más de nuestras listas de tareas pendientes. Lysa comprende esta lucha y quiere crear un espacio sagrado donde las mujeres puedan cerrar sus días con Dios simplemente apareciendo, empapándose de la verdad y recordando que no están solas en su viaje de sanación.
A su manera amable y sin pretensiones, Lysa te guía a través de las páginas de Lo vas a lograr, donde podrás:
-recibirás la verdad bíblica y el ánimo que necesitas cuando las situaciones hirientes te dejan agotada y sin motivación para pasar tiempo con Dios.
-escaparás de la soledad de intentar sanar por tu cuenta con la sabiduría de confianza de una maestra de la Biblia y amiga que comprende tu dolor y quiere ayudarte a seguir adelante.
-tener la seguridad de que, aunque esta temporada difícil forme parte de tu historia, no será toda tu historia.
Este no es un trabajo hecho al azar, o con prisa, sino elaborado con las intención que sea de provecho, no solo a personas católicas, sino también a creyentes de diferentes doctrinas.
¿Le conocen por las maletas que se echa a cuestas? Probablemente lo hizo esta mañana. En algún punto entre su primer paso y el último para cruzar el umbral, usted tomó quipaje. Fue hasta el dispensador de maletas y cargó unos cuantos bolsos. Pero este dispensador no es la correa transportadora del aeropuerto. Es la de la mente. Y las valijas que tomamos no son de cuero, sino de cargas. La maleta de la culpa. El baúl del descontento. La mochila de la ansiedad y un bolso de tristezas colgado del hombro. Añádase un maletín de perfeccionismos, el saco de la soledad y la bolsa de lona del temor. No es raro que estemos tan cansados al final del día. ¿Hacia dónde podemos volvernos en busca de ayuda? ¿Qué le parece si consultamos a un viejo amigo, el Salmo Veitnitrés?