Fernando Álvarez de Toledo, III duque de Alba, fue uno de los personajes más poderosos y polémicos de su época. Guerrero por vocación, y cortesano y diplomático por necesidad, tomó parte en las cuestiones políticas y militares más relevantes del siglo XVI, aunque es conocido principalmente por sus seis trágicos años como gobernador de los Países Bajos, bajo el reinado de Felipe II. A pesar de su indudable importancia histórica, es su carácter lo que más fascinó y repelió a sus coetáneos y ha cautivado la imaginación de épocas posteriores.
William S. Maltby dedicó doce años de su vida a la investigación y redacción de este libro, que sigue siendo, sin lugar a dudas, el estudio histórico más completo y profundo que existe sobre su figura. Maltby ha sido el primer biógrafo e historiador en dibujar un retrato veraz del duque, con sus luces y sus sombras, sus logros y sus contradicciones. Sin eludir la penetración psicológica, el gran historiador norteamericano sitúa a su personaje dentro del complejo laberinto político de su época. Por todo ello, asistimos fascinados a un claro y detallado análisis de un siglo asombroso, en el que España alcanzó su cenit y el duque de Alba fue uno de sus símbolos más notorios.
La historia de Lorenzo no es solo la biografía del hombre que ayudó a Primo Levi: es el relato de una humanidad deshumanizada en la que es necesario hacer una elección moral.
En Si esto es un hombre, Primo Levi escribió: «Creo que es a Lorenzo a quien debo estar vivo hoy». Pero, ¿quién era Lorenzo? Lorenzo Perrone, que así se llamaba, es la pieza del puzzle de la biografía de Primo que nos faltaba por conocer: un albañil piamontés que vivía frente a la valla de Auschwitz III-Monowitz. Un hombre pobre, casi analfabeto que durante seis meses llevó a Levi un plato de sopa cada día para ayudarle a compensar su desnutrición en el Lager. Y no se limitó a ayudarle en sus necesidades más concretas: fue mucho más allá, arriesgando incluso su vida para permitirle comunicarse con su familia. Cuidó de su joven amigo como sólo un padre podría haberlo hecho. La suya fue una amistad extraordinaria que, nacida en el infierno, sobrevivió a la guerra y continuó en Italia hasta la agónica muerte de Lorenzo en 1952, doblegado por el alcohol y la tuberculosis. Primo nunca le olvidó: hablaba a menudo de él y puso a sus hijos nombres en recuerdo de su amigo. Este libro es la biografía de una de una de esas personas que viven sin dejar, aparentemente, huella ni recuerdo de sí mismas. Pero que, bien mirado, son la verdadera piedra angular de la humanidad.
Después de la Primera Guerra Mundial y con nuevos derechos políticos, las mujeres llegaron a los nuevos y deslumbrantes rascacielos de Manhattan para estrenar su independencia económica. Pero no iban a aceptar menos comodidades de las que disfrutaban los hombres.
Construido en 1927, el hotel Barbizon se diseñó como un lujoso refugio para la «mujer moderna» que deseaba hacer carrera en el mundo del arte. A lo largo de los años, sus casi 700 pequeñas habitaciones alojaron a muchas jóvenes ambiciosas que buscaban alcanzar la fama y la fortuna: entre ellas, a Molly Brown, superviviente del Titanic; a las actrices Grace Kelly, Liza Minnelli, Ali MacGraw y Jaclyn Smith; y a las escritoras Joan Didion, Gael Greene, Diane Johnson y Meg Wolitzer. Sylvia Plath relató su estancia allí en La campana de cristal. Asimismo, la revista Mademoiselle y la escuela de secretariado Katharine Gibbs alojaban allí a sus estudiantes, y la agencia de modelos Ford, a sus jóvenes modelos.
A pesar de que no todas las mujeres que atravesaron las puertas del Barbizon estaban destinadas al éxito, el hotel ofrecía a sus residentes una habitación propia y una vida sin obligaciones familiares: les dio a las mujeres la oportunidad de rehacerse a sí mismas como quisieran.
Todos los franceses conocen al Charles de Gaulle militar, al político, al hombre de Estado, y todos recuerdan su guasa, su ingenio, su sentido del humor y su habilidad para la réplica aguda. Y, por supuesto, su causticidad inimitable. Todos los que lo rodeaban fueron sus víctimas, al igual que ese partido político del que él declaraba: «No puedo decir que los deteste. Se puede detestar a Hitler o a Stalin. No se puede detestar la nada». Cada una de sus agudezas daba en el blanco, cualquiera que fuera el objetivo; pero el humor, feroz a más no poder, nunca era verdaderamente gratuito. Subrayando las peculiaridades de unos, las vilezas de otros y la mediocridad imperante, Charles de Gaulle, fino conocedor de la naturaleza humana y uno de los políticos más influyentes del siglo XX, nos muestra en esta selección de sus comentarios más ingeniosos la visión de los seres y de las cosas de una figura que sigue siendo una fuente de inspiración.
Un hombre que criticó con ingenio las injusticias y vivió aventuras insólitas para su época.
Durante el primer tercio del siglo XX, pocos personajes disfrutaron del éxito y la popularidad de Luis de Oteyza (1883-1961). Reconocido escritor de viajes, novelista de aventuras, poeta, diputado y diplomático, el punto álgido de su fama lo debió a su particular manera de ejercer el periodismo. Así, contradiciendo el maniqueísmo informativo propio de las guerras, en agosto de 1922 se desplazó hasta Marruecos para entrevistar al principal enemigo de España: Abd el-Krim, el líder de la revuelta rifeña cuyas tropas habían humillado al ejército español en el conocido como Desastre de Annual.
Ludwig van Beethoven fue un artista hecho a sí mismo, creador de una música que, a día de hoy, sigue conmoviéndonos. Pero ¿quién fue el joven Ludwig, antes de convertirse en Beethoven?
Nacido en el seno de una familia humilde de Bonn, el pequeño «Luddi» tiene que afrontar desde tierna edad una vida difícil, dirigida con ritmo despótico por un padre alcohólico y endeudado, que quiere sacar partido de su talento en bruto y le exige una y otra vez que deje de componer sus propias piezas, y que toque al piano únicamente lo que se espera de él...
Mikael Ross ha imaginado al joven genio tomando como referencia los diarios reales que escribieron los Fischer, los vecinos de los Beethoven en Bonn, que ofrecen un retrato atípico de la disfuncional familia que habitaba la vivienda de arriba y que sin embargo alumbró a uno de los mayores genios de la Historia. El resultado es una experiencia inmersiva y fascinante, a medio camino entre el drama social y el humor.