Museística de envergadura de Estados Unidos, y marcó un antes y un después en el intento por << Internacionalizar>> a Klimt. De manera paralela, a lo largo de la década de 1960 los estudios sobre la obra y la figura de Klimt adoptaron un nuevo enfoque.
El 12 de julio de 1962, los Rollin’ Stones ofrecieron su primer concierto en el Club Marquee de Londres. Poco después, se añadió una «g», se encendió una chispa y su destino quedó sellado. Ya no había marcha atrás.
Estos cinco chavales blancos británicos se proponían tocar música afroamericana. Perfeccionaron un estilo rebosante de matices de blues mezclados con oscuras insinuaciones a las mujeres, al sexo y a las drogas. Denunciados como «corruptores de la juventud» y «mensajeros del diablo», crearon algunas de las canciones más electrizantes jamás grabadas.
Su sonido y actitud parecen ahora más fuertes e influyentes que nunca. Elvis ha muerto y los Beatles ya pasaron, pero Jagger y Richards dominan el mundo. Contradiciendo al proverbio inglés, puede que acumulen musgo, pero son culos de mal asiento y no pueden dejar de rodar.
Sin embargo, ¿cómo se convirtieron estos sumos inadaptados antisistema en la marca global que hoy conocemos? ¿Quiénes fueron sus víctimas? ¿Cuál es el legado olvidado? ¿Alguna vez realmente puede el artista separarse del arte?
Little Richard abrió el camino para generaciones de músicos: los Beatles, James Brown, los Everly Brothers, Jimi Hendrix, los Rolling Stones, Elton John, Prince…La lista es interminable. Él era «el Origen», «el Innovador» y el autoproclamado «Rey y Reina del rock and roll». Cuando falleció el 9 de mayo de 2020, La gran vida de Little Richard, que estaba casi terminado, se actualizó inmediatamente para cubrir la respuesta internacional a su muerte. Esta es pues la gran biografía de Richard Wayne Penniman de Macon (Georgia, Estados Unidos), quien fue, hasta su fallecimiento, el último dios vivo del rock, el gran Little Richard.
Mark Ribowsky, aclamado biógrafo de íconos musicales, explora la maestría musical de Little Richard, su vida familiar, su lucha contra el racismo, sus relaciones con otros personajes famosos de la época y con los medios de comunicación, y su eterno conflicto interior entre su religión y su sexualidad.
Esta ambiciosa obra es una revisión fundamental de la música clásica compuesta en el siglo XX. Su autor afirma que fueron las tres grandes guerras que tuvieron lugar en él las que conformaron su historia. Desde esta perspectiva, Mauceri indaga en los motivos por los que se han añadido tan escasas obras al canon musical desde 1930, examinando las diferentes trayectorias de los grandes compositores que, tras la Primera Guerra Mundial, desarrollaron una voz tan única como versátil, pero con una vocación más popular. Asimismo, defiende que el destino de los compositores durante la Segunda Guerra Mundial estuvo inextricablemente unido a los propósitos políticos de sus respectivos gobiernos. Ello derivó en acontecimientos tan significativos como la desaparición de la música experimental en Alemania, Italia y Rusia; el éxodo de numerosos compositores a Estados Unidos y la repentina recuperación de la música experimental lo que Mauceri llama «la vanguardia institucional», entendida como la lengua franca de la música clásica occidental durante la Guerra Fría.