Japón 1603. Tras su victoria en la batalla de Sekigahara, Tokugawa Ieyasu es nombrado shogun por el emperador. Su mandato será un periodo de agitación política lleno de intrigas, rivalidad y traiciones, pero logrará instaurar una paz que durará más de doscientos años. Los samuráis, todavía valorados por su destreza en el manejo de la espada, ocupan una posición social superior a la de los campesinos y comerciantes. Sin batallas en las que combatir, sin embargo, estos guerreros profesionales luchan por preservar su honor y el sentido de su existencia. En este contexto, los ocasionales lances con la espada, motivados por las conspiraciones y las enemistades, contrastan con sus esfuerzos por incorporarse a la vida cotidiana y a su entorno familiar. Fujisawa nos presenta en este libro una cultura lejana para nosotros, pero plena de vida y con personajes con los que los lectores actuales se sentirán identificados gracias a una recreación detallada y realista del mundo feudal japonés. De manera evocadora, con emoción y ternura, esta deliciosa selección de relatos nos abren una puerta a la vida en el Japón del período Edo.
Mafalda es, junto a sus amigos Felipe, Susanita, Manolito, Miguelito y Libertad, un símbolo de nuestra sociedad. Una niña inconformista, solidaria y sensible que nació en 1964, como decía Quino, como "una niña que intenta resolver el dilema de quiénes son los buenos y quiénes los malos en este mundo". Desde el principio dio muestras de un gran espíritu crítico, y ya en sus primeras viñetas le construía un diván a su muñeca para psicoanalizarla. Hoy Mafalda sigue invitándonos a pensar, a huir del prejuicio, a amar y a soñar con un mundo mejor, y seguimos acudiendo a ella para conseguir entendernos a nosotros mismos y al loco mundo en que vivimos.
En 1925, la editorial George G. Harrap de Londres realizó un nuevo encargo a Harry Clarke, que en su propia opinión, sería el mejor de sus trabajos, y probablemente uno de los más curiosos: el poema dramático Fausto, de Johann Wolfgang von Goethe, obra cumbre de la literatura universal. La virtuosa ejecución de las más de setenta imágenes que iluminan esta tragedia deslumbra por su perturbador estilo vanguardista. Las ilustraciones de Clarke convierten la lectura del gran poeta alemán en una nueva experiencia estética y literaria. Una edición esencial, nunca antes publicada en castellano, con la reconocida traducción del poeta español José María Valverde.
Mafalda es, junto a sus amigos Felipe, Susanita, Manolito, Miguelito y Libertad, un símbolo de nuestra sociedad. Una niña inconformista, solidaria y sensible que nació en 1964, como decía Quino, como "una niña que intenta resolver el dilema de quiénes son los buenos y quiénes los malos en este mundo". Desde el principio dio muestras de un gran espíritu crítico, y ya en sus primeras viñetas le construía un diván a su muñeca para psicoanalizarla. Hoy Mafalda sigue invitándonos a pensar, a huir del prejuicio, a amar y a soñar con un mundo mejor, y seguimos acudiendo a ella para conseguir entendernos a nosotros mismos y al loco mundo en que vivimos.
Mafalda es, junto a sus amigos Felipe, Susanita, Manolito, Miguelito y Libertad, un símbolo de nuestra sociedad. Una niña inconformista, solidaria y sensible que nació en 1964, como decía Quino, como "una niña que intenta resolver el dilema de quiénes son los buenos y quiénes los malos en este mundo". Desde el principio dio muestras de un gran espíritu crítico, y ya en sus primeras viñetas le construía un diván a su muñeca para psicoanalizarla. Hoy Mafalda sigue invitándonos a pensar, a huir del prejuicio, a amar y a soñar con un mundo mejor, y seguimos acudiendo a ella para conseguir entendernos a nosotros mismos y al loco mundo en que vivimos.
Mafalda es, junto a sus amigos Felipe, Susanita, Manolito, Miguelito y Libertad, un símbolo de nuestra sociedad. Una niña inconformista, solidaria y sensible que nació en 1964, como decía Quino, como "una niña que intenta resolver el dilema de quiénes son los buenos y quiénes los malos en este mundo". Desde el principio dio muestras de un gran espíritu crítico, y ya en sus primeras viñetas le construía un diván a su muñeca para psicoanalizarla. Hoy Mafalda sigue invitándonos a pensar, a huir del prejuicio, a amar y a soñar con un mundo mejor, y seguimos acudiendo a ella para conseguir entendernos a nosotros mismos y al loco mundo en que vivimos.