La anciana Sophonisba –«un nombre bonito e indicado, cuando me lo pusieron, pero ahora está más que pasado de moda»– debe, por motivos de salud, trasladarse a vivir a Londres. Enfrente de su nueva residencia hay un inmueble señorial pero deteriorado, del que cuelga desde tiempos inmemoriales el cartel de «Se alquila». ¿Por qué, se pregunta Sophonisba, nadie quiere alquilar la casa? ¿Y por qué ve en ella, si está deshabitada, un ojo que la mira? Jabez Jarber, su eterno pretendiente, y Trottle, su fiel criado, siempre celosos el uno del otro, se proponen aclarar el misterio. Jarber reconstruye la historia de los antiguos inquilinos de la casa; Trottle, más audaz, entra en la casa misma. Dickens ideó esta situación para el número especial de Navidad de 1858 de la revista Household Words, y entre él y varios amigos de la talla de Wilkie Collins y Elizabeth Gaskell construyeron un enigmático rompecabezas por el que pululan maridos que regresan de la muerte, hermanas sin amor, padres cruelísimos, niños maltratados y hasta un enano que quiere entrar en sociedad.
Borges y Bioy Casares compartieron cincuenta años de amistad literaria, buena parte de los cuales los pasaron encerrados, escribiendo juntos. Eran el mismo otro: un tercer escritor, inasimilable a uno tanto como al otro, profundamente excéntrico. De ahí que Bustos Domecq y Suárez Lynch -los alias con que formalizan la existencia del Tercer Escritor- sean algo más que seudónimos. Son escritores de derecho, tan autores como los autores que los inventaron. En ese otro llamado Bustos Domecq o Suárez Lynch descubrieron la posibilidad prematura, y por eso doblemente fascinante, de esa experiencia de balbuceo, inestabilidad y desequilibrio que Adorno llamó "estilo tardío", y que los artistas, según él, sólo alcanzaban una vez que eran dueños absolutos de sus medios artísticos. El estilo tardío es el malestar hecho estilo, una suerte de implosión que sacude la obra y la vuelve contra sí misma, al precio incluso de liquidarla. Esa obra maestra enferma, irreconocible para sí misma, Adorno decía que sólo podía aparecer al final de algo. Con la obra del Tercer Escritor, Borges y Bioy demostraron que también podía aparecer en el medio, en una zona de pasaje, que la pasión política podía ser su motor activo, el chiste al cuadrado su lógica de vértigo y la risa su signo, su huella digital y su música.
Del prólogo de Alan Pauls
En este libro, amén del impresionante poemario Poeta en Nueva York, se presentan las obras Tierra y luna, los Poemas sueltos II y III, Poemas en prosa, Diván de Tamarit, Sonetos, Seis poemas galegos y el Llanto por Ignacio Sánchez Mejías. Asimismo, se ofrecen las conferencias de Un poeta en Nueva York, Cómo canta una ciudad de noviembre a noviembre y el Ensayo o poema sobre el toro en España.
La edición y los prólogos a cargo de Miguel García-Posada, permiten al lector acercarse a la complejidad de su obra y disfrutar, a lo largo de los siete volúmenes que componen esta Biblioteca Federico García Lorca, de uno de los autores españoles más relevantes del siglo XX.
En este libro, se ofrecen al lector clásicos lorquianos como el Romancero gitano o el Poema del cante jondo, junto con las dos conferencias pronunciadas por el poeta en la presentación de los mismos, además de las Odas y su primera colección de Poemas sueltos.
En lenguaje musical se entiende por «suite» una composición integrada por movimientos variados que, no obstante, encuentran su apoyo en la misma tonalidad. Las suites de Federico García Lorca parten de la misma idea, aplicada esta vez a la lírica: establecer series de poemas formalmente heterogéneos que giren alrededor de un tema común. Sin embargo, su temprana muerte truncó el que había de ser un ambicioso proyecto en el que se recogían obras inéditas o ya publicadas, escritas todas ellas entre 1920 y 1923, bajo el signo de una nueva armonía.
En Cordero negro y halcón gris, Rebecca West viaja por los Balcanes de entreguerras junto con su marido, y analiza con gran profundidad y perspicacia las fuerzas en juego en esa zona desde tiempos inmemoriales. La intensidad de los nacionalismos y los odios mantenidos con vida a lo largo de siglos, que se manifestarían de nuevo durante la Segunda Guerra Mundial, si bien subsumidos por el conflicto general, y que estallarían en toda su crudeza y violencia en la sangrienta Guerra de los Balcanes de 1991-2001. Pero describe también maravillosamente toda la belleza de los territorios recorridos, así como los muchos tipos de seres humanos y acontecimientos, llenos de grandeza o miseria, con los que se encuentra, en una cultura muy alejada de la de Europa Occidental, que en esos momentos empieza a vivir el auge del nazismo.