Fue un antes y un después en un año crucial. La publicación de La Edad de Plata (1902-1939). Ensayo de interpretación en 1975 supuso un momento fundacional de los estudios literarios y culturales sobre la primera mitad del siglo xx en nuestro país. La mirada lúcida e incisiva de José-Carlos Mainer abrió infinidad de caminos ubérrimos por los que han transitado muchos de los trabajos posteriores en el ámbito de estudio, por no decir casi todos. Aun así, esta obra original mantiene toda su vigencia y su atractivo, apoyada en tres virtudes luminosas: una estimulante calidad literaria, la lectura renovadora de algunas obras fundamentales y una apreciación de aquellos factores de unidad fundamentales, como la reconexión española con la Europa moderna, la relación con el público y la búsqueda del mismo, la afortunada creación de instituciones culturales, la incardinación de pedagogía y estética, la configuración de un arte nacional y la modernización radical que preside el proceso entero de una época irrepetible.
Roma, año 77 a.C. El cruel senador Dolabela va a ser juzgado por corrupción, pero ha contratado a los mejores abogados, ha comprado al jurado y, además, es conocido por usar la violencia contra todos los que se enfrentan a él. Nadie se atreve a ser el fiscal, hasta que de pronto, contra todo pronóstico, un joven patricio de tan solo veintitrés años acepta llevar la acusación, defender al pueblo de Roma y desafiar el poder de las élites. El nombre del desconocido abogado es Cayo Julio César.
La fabulación es tan antigua como la humanidad, y su práctica, inherente a nuestra naturaleza, merece ser valorada. Pierre Bayard, conocido internacionalmente por su ensayo "Cómo hablar de los libros que no se han leído", nos advierte, apoyándose en maravillosos ejemplos (protagonizados por figuras como Hannah Arendt, Orson Welles o John Steinbeck), de los peligros de nuestra búsqueda obsesiva de la objetividad y la veracidad. Apelando a un lector crítico, defiende que, aunque está muy bien preocuparse por las informaciones falsas, es un error considerar el resto de las informaciones como "verdaderas" y como actos de fe en lugar de hipótesis e interpretaciones.
Roma lo exige todo.En Roma todo está en venta.Maldita sea por siempre Roma.
Mare Internum, año 75 a. C. Un barco mercante navega rumbo a la isla de Rodas. A bordo, Julio Cesar acompañado sólo por su fiel Labieno. Obligado por sus enemigos a exiliarse de Roma, se dirige al encuentro con el maestro Apolonio para aprender oratoria y de este modo, a su regreso, iniciar una feroz pugna para ingresar en el Senado y enfrentarse allí al temido Cicerón.
Así arranca la extraordinaria segunda entrega de la saga dedicada a Julio Cesar por Santiago Posteguillo. En Maldita Roma encontraremos ya al mito en la plenitud de su talento político y militar, dispuesto a vencer cualquier obstáculo en su imparable conquista del poder.
El orientalismo fue y sigue siendo un ambiguo concepto añorante, dramático, a veces perverso, sobre un mundo mágico y elitista, siempre al borde de su destrucción. Nació en un carmen granadino, se extendió por la Europa femenina de los salones y se remodeló con los cuentos de las "mil y una noches". Después del "shock" de la invasión napoleónica de Egipto, el orientalismo impuso la perspectiva de cartógrafos y académicos que acompañó al imperialismo colonial, lo justificó tanto como canalizó la rebelión personal y colectiva contra la imposición de las normas morales hipócritas occidentales. El orientalismo es, en fin, un caleidoscopio de poder, sueños, pesadillas y subversión.
Faye Johnson es la bruja perfecta durante el día, pero cuando cae la noche, se vuelve una maestra en desafiar las normas. En la clandestinidad, acepta todos los trabajos que los demás consideran inmorales, desde vender pociones a vampiros hasta lidiar con licántropos problemáticos. Todo parece funcionar hasta que entra en su vida Reese Marlasis.