4 de agosto de 1962. Los Ángeles está que hierve, en medio de una intensa ola de calor. Una estrella de cine B ha sido secuestrada en extrañas circunstancias. Y acaban de encontrar el cuerpo sin vida de Marilyn Monroe. ¿Sobredosis, suicidio, asesinato? El jefe de policía William H. Parker pone sobre la pista a Freddy Otash, expolicía corrupto y extorsionador, que no tardará en intuir que ambos casos están relacionados. Pero, si quiere salvar su propio pellejo no puede limitarse a descubrir la verdad: deberá encontrar pruebas que alejen a los Kennedy de los rumores de asesinato.
Esta historia comienza bajo las aguas turbias de una balsa de riego. Es ahí donde el protagonista, con apeínas catorce años, encuentra el cadáver de un vecino. El fatal hallazgo hace saltar por los aires los felices días de su adolescencia: en el barrio no tardan en correr teorías sobre el ahogamiento y la implicación que el joven pudo tener en esa muerte. Más de dos decadas despues, se propoíne reconstruir lo que realmente sucedió aquella maíñana de verano.á Con un extraordinario ritmo narrativo y la estructura fascinante de una investigación, Un hombre bajo el agua es una novela que ajusta cuentas con nuestra paríte más escurridiza: la memoria. Un viaje de ida y vuelíta en el que la escritura abre una grieta en la muerte por la que la vida acaba abriendose paso.
La carrera de Nora Mackenzie está en manos de Derek Pender, estrella de la NFL y, casualmente, su ex. Lo cierto es que Nora no dejó la relación con tanta elegancia como podría haberlo hecho, y ahora el karma ha hecho que Derek sea su primer cliente como agente.
El plan de Derek es sencillo: piensa hacerle la vida imposible a la primera chica que le rompió el corazón. Sin embargo, con lo que ninguno contaba era con despertarse después de una noche loca en Las Vegas en la misma cama... y casados. Ahora que han roto todas las normas que habían impuesto entre ellos, ¿será este el accidente que salve sus carreras o el inicio del amor de sus vidas?
Ella es una joven gitana que huye de su familia para escapar de un matrimonio concertado; el, un relojero que acampa en la frontera y la acoge en su tienda. El encuentro inaugura un entendimiento hecho de diálogos nocturnos, un intercambio de saberes y visiones: ella, que cree en el destino, en las señales, en el dios de las cosas; el, que se siente un engranaje de la máquina del mundo y que interpreta ese mundo según las reglas del juego del Mikado, como si jugar fuera una forma de poner orden en el caos. Un entendimiento que durará toda una vida, incluso en la distancia, y que tendrá consecuencias que reverberarán a lo largo del tiempo: ambos tomarán decisiones inevitables que cambiarán el destino del otro.
Cuando Penny Dahl contacta con Finders Keepers para que la ayuden a encontrar a su hija, algo en la voz desesperada de la mujer hace que Holly Gibney se vea obligada a aceptar el trabajo.
A poca distancia del lugar en el que Bonnie Dahl desapareció, viven los profesores Rodney y Emily Harris. Son la quintaesencia de la respetabilidad burguesa: un matrimonio octogenario y dedicado de académicos semiretirados. Nadie diría que, en el sótano de su impecable casa forrada de libros, esconden un secreto directamente relacionado con la desaparición de Bonnie.
Son astutos, pacientes y despiadados, y obligarán a Holly a emplear sus habilidades al máximo y a arriesgarlo todo si quiere cerrar el caso más oscuro al que se ha enfrentado jamás.
Aunque fraguadas sobre todo entre 1858 y 1861, las Rimas están integradas por piezas compuestas a lo largo de casi quince años, hasta el momento de la muerte de Bécquer, sin alcanzar una ordenación definitiva. Los temas dominantes son los propios de la poesía amorosa de todos los tiempos, como la melancolía y la incomunicación, modulados por toda la tradición aprendida (desde el clasicismo grecolatino hasta los romanticismos de escuela, pasando por la literatura del Siglo de Oro) y prestando atención a procedimientos propios de la literatura de consumo, como el sentimentalismo del folletín, la dramatización de la vida privada, la métrica de la zarzuela o el tono de la poesía alemana y de la balada de mediados de siglo.