Si apeláramos ambos a un juicio imparcial de las naciones cultas, y preguntáramos cuál es el verdadero pirata, entre el General Luperón que montaba el vapor Telégrafo, procuraba salvar la integridad territorial del suelo que lo vio nacer, o el Presidente Grant, que envía sus vapores a ampararse de Samaná, sin previa autorización del Congreso Americano, la solución no sería a mi ver muy difícil. Señor Presidente: S. E. ha abusado de la fuerza para proteger la más baja corrupción. Y si es cierto que es humillante para el pueblo dominicano tener mandatarios tan traidores, no es menos indecoroso para el gran pueblo americano el que su Gobierno consienta en tan ruines achicamientos. Para ambas naciones el hecho es afrentoso. Gregorio Luperón (Carta al Presidente Ulysses S. Grant de los Estados Unidos).
Dos grandes enemigos están de continuo a sus puertas: la oligarquía, por la cual el pequeño número domina al mayor, y la anarquía, en que cada individuo celoso de su independencia, se opone al voto general. Rodeados e estos riesgos, ¿cuáles son sus medios de defensa? No tiene otros que su régimen interior, y quien no podrá salvarlos, sino en tanto que imponga constantemente al cuerpo entero la necesidad de la moderación de la reflexión y de la perseverancia. José Núñez de Cáceres
Si mi vida llegara a ser tan importante que se justificara algún día escribir sobre ella, habría empezado diciendo: Nacio en La Vega, República Dominicana, el 30 de junio de 1909, y volvió a nacer en San Juan Puerto Rico a principios de 1938, cuando la lectura de los originales de Eugenio Maria de Hostos le permitió conocer que fuerzas mueven el alma de un hombre consagrado al servicio de los demás.
La Nación está obligada a conservar y proteger por medio de leyes sabias y justas la libertad personal, civil e individual así como la propiedad y demás derechos legítimos de todos los individuos que la componen. Juan Pablo Duarte.
Pena de la vida para el que volviere la cara atrás; pena de la vida para el tambor que tocare retirada; y pena de la vida al oficial que lo mandare, aunque sea yo mismo. Juan Sánchez Ramírez
Nuestro pedazo de isla, nuestra bella y entrañable Quisqueya, ha sido desde sus orígenes mismos, una ingenua a la que casi todos, de una manera u otra, de buena o de mala fe, han engañado; han usado para servir intereses extranjeros o intereses particulares, según fuere el momento histórico que se estuviese viviendo. Manolo Tavárez Justo