Soy la nostalgia. Soy la melancolía. Soy la libertad atrapada en el misterio mismo de lo incomprensible. ¿Me sigues? ¿Me quieres? ¿Estarás a la altura? No necesito caballero al rescate. Soy la que soy: búsqueda permanente, arcano, soledad…
Estas certezas e interpelaciones, y otras muchas, cuyos significados y respuestas penetran en la clara poesía, habitan este libro; a ratos exaltado y doliente, a ratos misterioso y sensual; pero siempre hermoso, con esa delicada belleza femenina que eriza lo que toca, roce de ala, rumor de viento que cruza entre las flores, sabiduría ancestral de la que nadie escapa, saber que se obtiene indagando, en buena lid, y va de nervio a beso, y de beso a quemante pasión. Para esta poesía, entregar cuerpo y alma implica siempre un acto de contrición que trae, paradójicamente, su propia redención, como esos ignorados crepúsculos que se dejan morir ante los ojos, colmados de silente belleza, a sabiendas de que toda la luz que abandonan aquí va naciendo, plena de vida y esperanza, en el otro confín.