Discurría el año 1806. El eco tardío de la revolución Francesa, henchido de reivindicaciones humanas, repercutía aún en la parte occidental de la isla de Saint Domingue que servía entonces de asiento a una de las organizaciones coloniales más prósperas del mundo.
El comercio del dolor, es un ensayo escrito por la periodista Altagracia Ortiz Gómez,Trata de la practica comercial que arropa al sistema de salud dominicano, el libro revisa la practica mercantil del sistema y des humanización con que son tratados los pacientes convertidos en clientes.
El presente texto, que trata sobre el período conocido como el Consejo de Estado (1962-1963) es un estudio importante para conocer y comprender la historia política dominicana contemporánea. Representó como gobierno una etapa de transición entre el derrumbe de la dictadura de Trujillo y los gobiernos que le sucedieron hasta la guerra civil de 1965 y la segunda intervención norteamericana. La República Dominicana, a partir del derrocamiento de la tiranía trujillista en 1961 ha transitado por períodos turbulentos en su historia. Las luchas políticas han adoptado todas las formas imaginables: lucha pacífica y no pacífica, armada y no armada, legal e ilegal. Los grupos políticos midieron incesantemente sus fuerzas en pugnas continuas que modificaron una y otra vez la correlación de posiciones de poder, y estas pugnas fueron interrumpidas por cortas treguas políticas. Uno de esos períodos es el que trata el presente libro sobre el Consejo de Estado, gobierno que administró la cosa pública a raíz del derrumbamiento de la tiranía trujillista a finales del 1961. A partir de ahí, la formación económica y social dominicana entró en una etapa de crisis permanente.
Este no es un libro de análisis. Es una obra de amor, y si de algo me culpo es de no haber acertado a escribirlo con toda la pasión de que es susceptible la naturaleza humana.
Esta obra merecedora del Premio Funglode de Novela Federico García Godoy 2019 nos adentra en una época importantísima de nuestro devenir histórico, a principios del siglo XVII, cuando se produjeron las devastaciones ordenadas por el gobernador de la isla de Santo Domingo, Antonio de Osorio.