Cómo atrapamos a Pablo Escobar
En las décadas que pasaron en la DEA, Javier Peña y Steve Murphy se dedicaron a la caza y captura de narcotraficantes, pero sin duda su mayor desafío fue Pablo Escobar, el cerebro del cartel de Medellín y responsable del tráfico de toneladas de cocaína a Estados Unidos y a Europa en las décadas de 1980 y 1990, así como de miles de asesinatos de competidores, policías y civiles para asegurarse el trono en el mundo de la droga.
Entre julio de 1992 y diciembre de 1993 Steve y Javier, tras un riguroso entrenamiento físico y unas misiones tempranas en Miami y Austin, se instalaron en Medellín, donde vivieron y trabajaron con las autoridades colombianas con el objetivo común de capturar a un hombre que hasta entonces muchos consideraban intocable; un héroe para las comunidades más pobres, para las que mandó construir viviendas y centros deportivos. Su experiencia en primera persona, las historias de los archivos desclasificados de la DEA, los desafíos a los que se enfrentaron y las estrategias innovadoras que emplearon para terminar con el reino del terror componen un relato épico de cómo dos agentes estadounidenses arriesgaron sus vidas en territorio de sicarios para destruir el imperio de Escobar y atrapar al narcotraficante más buscado del mundo.
Una historia apasionante en la que el deseo de venganza se convierte en una lucha por la justicia.
Han pasado más de setenta y cinco años desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y la era de los cazadores de nazis está llegando a su fin de forma natural. Ahora es el momento de contar la historia completa de los hombres y mujeres que han dedicado su vida a seguirles el rastro a los asesinos del Tercer Reich. Un rastro que ha recorrido el mundo entero, con frecuentes paradas en Sudamérica, donde parte de los criminales más conspicuos encontraron refugio en la posguerra. La historia empieza con los primeros juicios de Núremberg, recorre los procesos al comandante de Auschwitz Rudolf Höss, a "la perra de Buchenwald" Ilse Koch o al científico Arthur Rudolph, pasando por casos más dignos de una novela como el de la muerte del aviador Herbert Cukurs a cargo de un escuadrón del Mosad o la larga y accidentada búsqueda de Joseph Mengele, "el Ángel de la Muerte" de Auschwitz.¿Justicia o venganza? La historia de los cazadores de nazis se ha debatido siempre entre estos dos polos.
«Ceder no es consentir». Esto pareciera evidente. Sin embargo, es necesario delinear la frontera entre «ceder» y «consentir», pues en ocasiones puede darse una peligrosa proximidad entre ambos.
«Ceder no es consentir». Esto pareciera evidente. Sin embargo, es necesario delinear la frontera entre «ceder» y «consentir», pues en ocasiones puede darse una peligrosa proximidad entre ambos. El consentimiento, de hecho, siempre implica un riesgo: nunca puedo saber de antemano a dónde me conducirá. ¿Podría ser entonces que el consentimiento dejara la vía libre a la coerción? La experiencia de la pasión, la angustia en la relación con el otro y la obediencia al superyó desdibujan la frontera entre el consentimiento y la coerción dentro del propio sujeto.