El libro se sumerge en las principales revoluciones de la historia, y las emociones que las acompañan: compromiso, determinación, liderazgo, carisma, oportunismo y avaricia.
Este volumen presenta una innovadora exploración de las principales revoluciones (francesa, rusa, china, vietnamita, cubana, iraní y sudafricana). Estudia también las revoluciones árabes más recientes, y proporciona una demostración rigurosa y exhaustiva de cómo implican algo más que el mero colapso y la reconstrucción de un Estado.
Para ello, Mehran Kamrava examina numerosos casos históricos, y presenta la variedad y profundidad de las emociones y motivaciones humanas, tan frecuentes en las revoluciones: desde el compromiso personal hasta el sacrificio, la determinación, la capacidad de liderazgo, el carisma, el oportunismo y la avaricia.
Vivimos en un mundo "archivodependiente": desde la partida de nacimiento hasta el correo electrónico que manejamos a diario, nuestra vida gira en torno a los documentos sin que hayamos podido escogerlo. En este libro, fruto de cuatro décadas de investigación, José Ramón Cruz Mundet nos retrotrae hasta el origen de los documentos (Sumer, esa ciudad inventada por burócratas) y explica sus distintos soportes, de las tablillas de barro a la nube; los usos diversos que han tenido; qué hacemos con ellos cuando ya no los necesitamos (por ejemplo, inventar los archivos); qué papel juegan las falsificaciones y la mentira convertida en documento y, por último, analiza las tensiones entre el Estado y la ciudadanía por el ejercicio de la libertad de información.
Ibn Jaldún (1332-1406) “concibió y formuló una filosofía de la historia que posiblemente sea la obra más grande que jamás haya sido creada por una mente en cualquier momento y en cualquier país”. (Arnold Toynbee). Este historiador tunecino descubrió mecanismos sociales que se aplican a todas las civilizaciones. ¿Por qué sus ideas son ignoradas fuera de un pequeño círculo de especialistas? Sin duda porque perturban a muchos gobernantes.
Los imperios nacen cuando se forma una bolsa de prosperidad. Una población que se desarrolla atrae la codicia de los bárbaros que la rodean. Los productores y comerciantes no pueden competir militarmente con guerreros. Por tanto, son invadidos y sometidos. El guerrero adopta los modales más refinados de los conquistados e impone su organización social. Entonces puede confiar en la riqueza adquirida para fortalecerse, expandir sus conquistas y, salvo accidente, terminar creando un imperio.
Los ejércitos deben crecer para ocupar territorios cada vez más extensos mientras la población de la capital se multiplica por la absorción de las "élites" de los pueblos conquistados. El imperio se hace más rico, pero sus costes aumentan aún más rápido. El conjunto se derrumba bajo la presión externa cuando se debe reducir el gasto militar o bajo presión interna si se reduce el gasto social.