¿Cómo se construye una nación? Este revolucionario estudio de Eugen Weber, publicado originalmente en 1976 pero nunca traducido al español hasta ahora, ofrece una iluminadora respuesta a esa pregunta a través del caso de Francia, considerado el ejemplo más acabado de identidad nacional perdurable a lo largo del tiempo. Weber demuestra que, cien años después de la Revolución, millones de campesinos, que conformaban más de la mitad de la población, seguían llevando las mismas vidas que sus antepasados, con un contacto limitado y superficial con el resto del país.
A partir de los hechos pequeños, de los detalles de las vidas de la gente (el choque lingüístico entre el francés y los diversos patois, las fiestas populares, el papel de la música, la lectura y la prensa, los usos de cama de los jóvenes...), Weber da forma a una obra monumental y viva que revolucionó la historia social y de los nacionalismos. Describe de forma amena, documentada y provocadora cómo en Francia tuvo lugar una auténtica crisis civilizatoria a finales del siglo XIX, a medida que las ideas y las costumbres tradicionales iban sucumbiendo ante las fuerzas de la modernización. El ferrocarril y las carreteras fueron factores decisivos, al acercar regiones hasta entonces lejanas e inaccesibles a los mercados y los centros principales del mundo moderno. La producción industrial, por su parte, hizo redundantes numerosas profesionescampesinas y el creciente sistema educativo enseñaba no solo el idioma de la cultura dominante sino también sus valores, entre ellos el patriotismo. A la altura de 1914, Francia finalmente era «La Patrie» de hecho, y no solo en nombre.