Si la obra maestra de Vasili Grossman, Vida y destino, se hubiera publicado en vida del autor, lo hubiera hecho a la vez que Doctor Zhivago de Pasternak y antes de Archipiélago Gulag de Solzhenitsyn, pero Vida y destino fue secuestrada por el KGB. Cuando se publicó póstumamente, décadas después, fue reconocida como la Guerra y Paz del siglo xx.
Vasili Grossman (1905-1964) se formó como ingeniero, pero abandonó su trabajo en los años treinta para dedicarse en exclusiva a la escritura. Tras el estallido de la segunda guerra mundial se convirtió en corresponsal de guerra para el Ejército Rojo, publicando aclamadas crónicas de las batallas de Moscú, Stalingrado, Kursk y Berlín. Su testimonio sobre los campos de exterminio nazis, escrito tras la liberación de Treblinka, se encuentra entre los primeros documentos escritos acerca del Holocausto judío y fue utilizado como prueba en los juicios de Núremberg.
Después de la segunda guerra mundial, la fe de Grossman en el Estado soviético se vio socavada por el giro antisemita del régimen de Stalin. Aunque nunca llegó a ser arrestado por las autoridades soviéticas, sus dos obras maestras (Vida y destino y Todo fluye) fueron censuradas por antisoviéticas, y cuando Grossman falleció en 1964 Vida y destino permanecía inédita y seguiría estándolo hasta que pudo ser publicada en Occidente merced al trabajo de una red de disidentes. La primera edición en la Unión Soviética data de 1988, durante la fase aperturista del gobierno de Mijaíl Gorbachov. La obra alcanzó rápidamente un éxito enorme y pasó a ser aclamada como una de las cumbres literarias del siglo xx.
Dos narrativas irreconciliables han dibujado la historia del conflicto árabe-israelí: la sionista, que defiende el derecho de un pueblo judío maltratado a retornar a su patria ancestral y formar un Estado; y la palestina, que se opone a la ocupación y denuncia la violencia infligida por los primeros. Así, la propia historia resulta inseparable de la política en un enfrentamiento en el que ambas facciones se identifican como víctimas y en el que la autodeterminación de una de ellas supone inevitablemente la negación y el exilio de la otra. Sin embargo, Vecinos y enemigos ha logrado conjugar ambos relatos, desmontando sus mitos y contradicciones, y desde su publicación en 2018 se ha erigido como el análisis histórico más riguroso, objetivo y completo que se haya elaborado hasta la fecha.
Basándose en una amplia gama de fuentes, desde documentos desclasificados hasta historias orales y sus propios informes sobre el terreno, el presente libro es resultado de las más de cuatro décadas que el periodista británico Ian Black estuvo viviendo y trabajando como reportero en Israel y Palestina. Con la rendición de Jerusalén ante las tropas británicas y la llegada de los primeros colonos sionistas en 1917, o con las negociaciones de paz fallidas durante la segunda década del siglo xxi, recorremos cien años de violencia continua y los eventos trágicos que definieron el presente y condicionan el futuro del conflicto más polarizador de la era moderna.
Hace unos años, Linda Kinstler se enteró de que un hombre que llevaba décadas muerto —un nazi que había pertenecido al mismo comando asesino que su abuelo— era objeto de una investigación judicial en Letonia. Se trataba de Herberts Cukurs, el «carnicero de Riga», un célebre aviador que, tras la Segunda Guerra Mundial, huyó a Brasil hasta que el Mosad lo asesinó en 1965. Debido a la desidia de la fiscalía y al blanqueamiento de la biografía de Cukurs en nombre del orgullo patrio, existía el riesgo de que el proceso desembocara en su absolución. Como sucedía en otros lugares de Europa, algunos hechos incontestables y arduamente probados del Holocausto eran puestos en tela de juicio al mismo tiempo que morían sus últimos supervivientes, es decir, sus últimos testigos legales.
Guiada por las reflexiones del estudioso Yosef Yerushalmi, que se pregunta si el antónimo del olvido no es la memoria sino la justicia, Kinstler investiga la historia de su familia y se sumerge en los archivos de diez países para reflexionar sobre los desafíos legales y morales que presentan los crímenes del nazismo en pleno siglo xxi. ¿Cómo defender la verdad y la dignidad de las víctimas cuando se apagan sus voces? ¿Qué papel le corresponde a la justicia en una época en que, al amparo de ideologías ultranacionalistas, proliferan la negación y el revisionismo?