El cuerpo de un rico hombre de negocios de mediana edad es encontrado en su lujosa villa de Praga. De entrada todo apunta a un suicidio, pero su joven viuda niega tal posibilidad. El policía encargado de la investigación sigue una pista que le lleva a una casa en la colina de Petrin, donde viven tres mujeres ancianas: una instructora de yoga, una directora de cine y una profesora de escritura creativa. Un día en que las tres mujeres han salido, el policía husmea en el sótano de la casa y encuentra un vasto archivo con documentos de la Segunda Guerra Mundial. ¿Qué relación tiene el posible asesinato del hombre de negocios con las tres mujeres y esos documentos, la mayoría de ellos sobre casos de violaciones y abusos? Escrita como una novela negra, este libro es una apasionada denuncia de toda forma de violencia contra las mujeres, en cualquier lugar y en cualquier momento.
Además de poner de nuevo a disposición del lector en español esta obra ineludible de la literatura universal, la recuperación de la versión y la introducción crítica que Francisco Ayala realizara para Losada, en el exilio bonaerense, de las Conversaciones con Goethe de J. P. Eckermann nos revela un momento excepcional en la historia de la recepción de estas páginas iluminadoras. Si en la no muy conocida faceta de traductor del Premio Cervantes granadino, los literatos y pensadores alemanes —de Rilke a Thomas Mann, de Schmitt a Kelsen— contribuyeron a su subsistencia real, también puede atenderse a cómo le hablaron, interrogando el estatuto de Ayala como intelectual testigo de los conflictos bélicos del siglo XX. Goethe, poeta inmortal, genio de la modernidad, autor de Werther, Fausto o Las afinidades electivas, se presenta aquí como un gran visionario que desde su retiro en Weimar se resistía a la Europa de los incipientes desgarros nacionales. Aún resulta emocionante comprobar cómo, después de lo vivido, el sereno y lúcido traductor animó en los años cincuenta del siglo pasado a comprender que «Goethe está ahí para nosotros», y que más que el devoto Eckermann, eran sus lectores contemporáneos —ya nosotros, pues la guerra no cesa— los que mejor podrían asumir las razones profundas de la posición del poeta. La lectura de precisión que Ayala realizó del clásico nos invita a penetrar con mayor agudeza en la trama literaria del libro, algo a veces orillado en la celebración de su supervivencia como insustituible cuadro de época para comprender la vida y obra de Goethe. Esa «tensión entre almas», esa «amistad intelectual particularísima» hacen que en las Conversaciones, junto al documento vital e incluso la idea de obra maestra por pluma interpuesta, se escenifique una íntima pieza dramática dialogada entre el poeta declinante y el discípulo entregado, donde se precisa saber leer entre líneas para completar lo presente con lo que se calla.
La expresión arqueología de la obra de arte presupone que en sí misma la relación con la obra de arte hoy se haya convertido en un problema. Y puesto que, como sugería Wittgenstein, los problemas filosóficos son en última instancia preguntas sobre el significado de las palabras, ello significa que el sintagma obra de arte hoy es opaco, si no ininteligible, y que su oscuridad no tiene que ver tan sólo con el término arte, que dos siglos de reflexión estética nos han acostumbrado a considerar problemático, sino también y principalmente con el término, en apariencia más simple, de «obra»
Hay autores que nunca pasan de moda. Su pensamiento no solo se convierte en hogar donde se hospeda la mejor tradición filosófica, sino también en punto de partida que abre a nuevos horizontes. Hegel es, sin duda, uno de estos pensadores.
Según pasa el tiempo, cobran cada vez más importancia los escritos que redactó en su etapa de Jena, ya que en ellos se descubren muchos de los temas y la peculiar forma de abordarlos que cristalizará en su genial Fenomenología del espíritu(1807).
La obra que el lector tiene entre sus manos en edición bilingüe se remonta al año 1802. Publicada en la revista Kritische Journal der Philosophie, pretende analizar dos categorías fundamentales en el ámbito del conocimiento: el creer y el saber. Con este fin, reflexiona sobre la subjetividad en diálogo crítico con tres autores significativos: Kant, Jacobi y Fichte.
A partir de esta confrontación fecunda, Hegel lleva a cabo un avance significativo al aplicar su original «dialéctica ilustrada» en la búsqueda de un renovado pensamiento metafísico que integre de forma equilibrada la fe y la razón.
Este escrito sintetiza muy bien las heterodoxias principales del filosofar nietzscheano, sus interrogantes a dos mil años de filosofía occidental, su cuestionamiento de Sócrates y Platón, de Spinoza y Kant, de Comte y Spencer. No son ocurrencias más o menos provocadoras, rabiosas o cínicas las que el libro contiene, aunque estén expresadas en poderosas fórmulas a veces desconcertantes, más bien condensan con hiriente precisión las consecuencias largamente meditadas de un pensamiento que reivindica el cuerpo y los sentidos, y que por eso mismo asesta golpes de martillo a los ídolos, a los falsos dioses a los que tantos sacrificios se les han ofrecido.
El arte del siglo XX ha afectado profundamente a las categorías de la estética idealista, que, sin embargo, se propone como marco teórico adecuado para la comprensión del arte actual. Este libro de Peter Bu¨rger aborda su crítica en el horizonte de la situación creada por el arte actual y en el análisis de los límites de las críticas realizadas por Theodor Adorno, Walter Benjamin y Hans-Georg Gadamer.