Alcanzar a conocer y a comprender es un proceso bastante más complejo que el de alcanzar a juzgar; en especial si para juzgar algo o a alguien partimos no de lo que podemos llegar a conocer sino de lo que podemos llegar a sentir, es decir, de nuestros más altos o bajos sentimientos. Viene esto a cuenta o a cuento, cómo no, de este libro que lleva por título La caza y los toros y que no es tanto un defensa de la caza y de los toros sino una reconsideración histórica, una meditación de lo que la caza y los toros han representado en la vida española durante cientos de años y aun milenios. Libro este muy ameno, sugerente y comprensivo por el que muchos ciudadanos (como yo mismo, pacíficos e incluso mansos), sentimos gran afición (pese a no haber ido nunca a los toros ni practicado jamás la caza, excepto de erratas) aunque en nuestro bárbaro tiempo haya devenido todo esto en asunto polémico, casi peligroso. Nuestra edición cuenta con un resiliente y atinado prólogo de Víctor J. Vázquez, que no solo sabe de Ortega y Gasset sino también, cosa bastante más rara, de toros. A.L.
Pasear por la ciudad será diferente a partir de ahora.
La ciudad infinita es una mirada nueva al arte del paseo y también un ensayo lírico sobre urbanismo. La semilla de este libro fueron las 21 excursiones literarias, o «expediciones asfálticas», que Sergio C. Fanjul emprendió durante el verano en que ejerció de algo así como Paseador Oficial de la Villa de Madrid. Tras regarlas y abonarlas, se han convertido en una frondosa andadura donde conviven, con humor y vehemencia, apuntes sobre la misión del peatón en una época hostil a la urbanidad, la búsqueda de episodios históricos que nos reconcilien con el trazado de las calles e incluso una reivindicación de la convivencia y del ser social. Sin duda, este es un libro para aventureros de a pie, firmado por uno de los escritores más sorprendentes de la nueva literatura en español.
A la vez análisis histórico y propuesta política de amplio alcance filosófico, La condición humana no sólo es la clave de todas las obras de Hannah Arendt, sino también un texto básico para comprender hacia dónde se dirige la contemporaneidad.
El presente libro es un penetrante estudio sobre el estado de la humanidad en el mundo contemporáneo, contemplada desde el punto de vista de las acciones de que es capaz. Propone una consideración de la condición humana desde el ventajoso punto de vista de nuestros más recientes temores y experiencias. De ahí que lo que plantea sea muy sencillo: nada más que pensar en lo que hacemos.
Vivimos inmersos en el fetichismo de «lo auténtico». Queremos consumir cosas genuinas y aspiramos a ser originales. La consagración de la autenticidad se desparrama por lo que comemos (lo bio), los lugares que visitamos (con historia, con tradición), las prendas que vestimos (la moda de lo vintage) e incluso la vida interior que desearíamos alcanzar... El siempre sagaz Lipovetsky rastrea el origen de esta obsesión en el siglo XVIII y en la sacralización que hace Rousseau de la sinceridad como valor moral supremo, y a partir de ahí recorre el camino que nos lleva al presente.
¿Pero esta pasión por lo auténtico es inocua? ¿Todo lo auténtico es necesariamente bueno por el mero hecho de serlo? ¿Y, por defecto, es nocivo todo lo artificioso? A través de su lápiz siempre afilado, Gilles Lipovetsky nos presenta, aquí, otro de sus incisivos análisis sociológicos de la hipermodernidad.
En este volumen sobre la historia de las ideas, uno de los grandes pensadores del siglo XX aborda la influencia que los críticos reaccionarios y románticos de la Ilustración han ejercido en el curso del mundo contemporáneo. Dicha influencia ha resultado extremadamente contradictoria: ha impulsado movimientos políticos antiliberales (el autoritarismo, el nacionalismo, el fascismo), pero al mismo tiempo, de forma paradójica, ha revitalizado el liberalismo, ya que la diversidad y el pluralismo defendidos por los críticos románticos son una fuente importante de nuestras concepciones modernas de la tolerancia y la democracia.
¿Qué es el hombre? Durante siglos, se le ha pensado como una criatura divina o un ser natural, y su verdad estaba más allá de él: en el Dios que lo había creado o en la naturaleza de la que había surgido. Pero hacia fines del siglo XVIII, el hombre comenzó a buscar en sí mismo su propia verdad: en su cuerpo, en sus sentidos, en su mente, en las condiciones materiales de su existencia, en sus creaciones culturales. Así surgió y tomó forma la antropología en sentido moderno: la pregunta por el hombre de la que el propio hombre es la respuesta. La cuestión antropológica, curso que Michel Foucault dictó en la Universidad de Lile y en la École Normale Supérieure parisina, e inédito hasta ahora, es la historia de este acontecimiento.
Foucault despliega su exploración en una secuencia impecable y sorprendente, ya que pone el foco en autores o textos no siempre obvios. El primer momento nos muestra por qué la filosofía clásica europea (Descartes, Malebranche, Leibniz) permanece sorda a esta cuestión: en los siglos XVII y XVIII el hombre no existe como un ser autónomo o a raíz de saber acerca de su propia voluntad. En el segundo momento, a partir de Kant, el hombre se vuelve el punto de gravitación y fundamento de la filosofía -de Feuernbach a Dilthey, pasando por Hegel y Marx-, y así surge el conjunto de las ciencias humanas. En el tercer momento, el pensamiento dionisíaco de Nietzsche anuncia la muerte de Dios y, con ella, el derrumbe del hombre mismo.