A lo largo de la historia, algunos libros han cambiado el mundo. Han transformado la manera en que nos vemos a nosotros mismos y a los demás. Han inspirado el debate, la discordia, la guerra y la revolución. Han iluminado, indignado, provocado y consolado. Han enriquecido vidas, y también las han destruido. Taurus publica las obras de los grandes pensadores, pioneros, radicales y visionarios cuyas ideas sacudieron la civilización y nos impulsaron a ser quienes somos.
Junto con Marco Aurelio y Epicteto, Séneca es uno de los tres grandes pensadores estoicos. Los textos elegidos para este pequeño volumen, que incluyen las mejores cartas a Lucilio, pueden leerse como la síntesis perfecta de su filosofía práctica. Incluyen poderosas reflexiones sobre dónde se encuentran la sabiduría y la tranquilidad, sobre la brevedad de la vida y cómo aprovecharla de verdad, deshaciéndonos de las trivialidades que nos acaparan sin aportarnos nada.
Esta pequeña joya del pensamiento traza el camino hacia una vida equilibrada, razonablemente feliz.
Susan Sontag fue una de las pensadoras más formidables, originales e influyentes del siglo pasado. «Las ideas más interesantes son las herejías», sostenía. Y en efecto: sus escritos descartan lo trillado y se niegan a seguir las líneas partidistas.
De las mujeres ofrece siete ensayos y debates sobre una amplia gama de asuntos: los desafíos y humillaciones a las que se enfrentan las mujeres a medida que envejecen; la relación entre la liberación de la mujer y la lucha de clases; la belleza, que Sontag llama «esa pócima demasiado pesada de tantos consabidos opuestos»; el feminismo; el fascismo; y el cine. En conjunto, estos análisis, reacios a la fácil categorización, muestran no sólo su curiosidad implacable, su precisión histórica y su vigor político, sino la inimitable mente de Sontag en acción.
¿Qué es la experiencia? ¿Cómo se constituye? Una aproximación común a estas preguntas supone que el entendimiento es algo que emerge de la percepción sensorial. Luis Miguel Isava retoma estas interrogantes y desarrolla una propuesta muy distinta: la experiencia no se produce como resultado del percibir, entendido como acto originario y no mediado, sino que tiene lugar a partir de ciertas condiciones específicas de posibilidad. Para Isava este requisito funciona efectivamente como un protocolo: un sistema de criterios formales, sujetos a contingencias históricas y culturales, que efectivamente organizan y le otorgan sentido a lo percibido y así lo “sancionan” como experiencia. Estos protocolos que hacen posible la experiencia están arraigados tan profundamente que pueden resultarnos invisibles y “naturales”, pero en realidad son cambiantes. Distintas culturas, en distintos momentos históricos, fundan cada una sus experiencias en base a protocolos diferentes. Esto puede resultar evidente al momento de considerar los procesos de encuentro entre culturas disímiles que han ocurrido a lo largo de la historia. Sin embargo, Isava se enfoca en un problema menos obvio y más sugerente: ¿qué ocurre cuando en el seno de una misma cultura aparecen objetos que, bajo los protocolos vigentes, no pueden ser asimilables como experiencia? Esta posibilidad, nos muestra Isava, podemos hallarla en el arte, o más exactamente, en lo que él denomina los “artefactos culturales” de la modernidad. A partir de ejemplos concretos tomados de la poesía, la pintura, el cine y la música, Isava muestra cómo el arte puede suscitar momentos extraños, reflexivos o críticos que, al enfrentarse con los protocolos de la experiencia ya establecidos, pueden generar nuevas formas de hacer mundo y, en consecuencia, nuevas posibilidades de habitarlo.
Quien pregunta «¿de qué te ríes?» no suele esperar una respuesta: quiere que alguien deje de reír. La risa es lenguaje y, como las palabras, puede ser cortés, falsa, amigable, mordaz, insultante y discriminadora. Aunque la educación intente disciplinarla e indicar los modos correctos de su emisión, lo hilarante es indomable porque habla el lenguaje del cuerpo y se desencadena más allá del bien y el mal. El «buen humorista» es más gracioso que el «humorista bueno». Hoy, las pantallas siembran entretenimiento y cosechan carcajadas. Estas risas masivas, electrónicamente difundidas, son melodías para cualquier ideología: ríen los fascistas y ríen los buenistas. La libertad de expresión es colonizada por lo provocativo y lo abyecto. El pensamiento se hace caricatura y se mercantilizan las bromas. Daniel Gamper sostiene que los tiempos están maduros para nuevos aguafiestas que pongan palos en las ruedas de la risa. Tras leer este libro no volverás a reír sin antes detenerte a pensar dónde, cómo, cuándo, con quién y por qué lo haces.
En ocasiones, nos asalta la sospecha de que la vida podría ser algo muy distinto a la vida que vivimos. Que tal vez esta no sea más que una apariencia de vida, que quizá se haya vaciado de su esencia sin que nos hayamos dado cuenta y sea solo su simulacro o su parodia; porque nuestras vidas se estancan, se resignan, quedan sepultadas bajo el cúmulo de los días, se alienan y se cosifican bajo la influencia forzosa del mercado y la tecnificación. Que tal vez estemos dejando pasar, sin siquiera darnos cuenta, la verdadera vida.
Pero ¿qué es la vera vita? De Platón a Rimbaud, de Proust a Adorno, esta pregunta se ha mantenido vigente a través de los tiempos. No es la vida bella, o la buena vida, o la vida dichosa, tal y como la ha ensalzado la tradición occidental. No se encuentra, de ninguna manera, en el mercadeo de la felicidad y el desarrollo personal que tanto negocio hacen hoy en día. La vida auténtica no proyecta ningún contenido ideal, ni cae tampoco en la autocelebración propia del vitalismo. Es, por el contrario, el rechazo obstinado a la vida perdida, el no rotundo a la seudovida. La verdadera vida es tratar de resistir a la no-vida, del mismo modo que pensar es resistir al no-pensamiento.
Decir los márgenes es una larga conversación escrita en la que Chantal Maillard, con la complicidad de Muriel Chazalon, repasa los temas esenciales de su obra, algunos estrechamente vinculados con su experiencia vital. Surge así su voz más íntima, una voz que se interroga sobre lo que ha escrito, lo redescubre, lo precisa, lo amplía. 'Estas conversaciones -afirma Chantal Maillard- han sido para mí mucho más que simples intercambios referentes a lo escrito. Fueron una exigente demanda que me obligó a revisar buena parte de mis dichos y explicarme a mí misma un recorrido cuyo sentido no siempre aparece con claridad ante quien lo realiza.' El hambre como motor del mundo, la moral del semejante y sus cercos, el carácter de lo que consideramos monstruoso, los mecanismos ficcionales, la necesidad de recuperar la intuición de lo real bajo el lenguaje o la propuesta de un método de observación mental para el mayor conocimiento de uno mismo son algunas de las principales cuestiones que se abren y se condensan en los nueve capítulos que componen este libro. Los lectores de Chantal Maillard encontrarán en Decir los márgenes un apoyo para enriquecer la relectura de su obra y profundizar en su comprensión. Y quienes todavía no la conozcan o la hayan leído parcialmente tienen en este libro una guía para empezar a explorarla en toda su perturbadora clarividencia.