Existe una diáspora dominicana bien asentada en Europa [...]. En el caso de la literatura, hay en diferentes países de Europa, pero sobre todo en España, un conjunto de autores que ejercen el oficio con entrega y dignidad. [...]. En esta ocasión, gracias a la Editora Nacional del Ministerio de Cultura de la República Dominicana, se realiza este esfuerzo editorial que agrupa a dieciséis narradores y narradoras residentes en Europa, quienes ya han publicado algún libro anteriormente y son conocidos por sus aportes literarios a nuestra comunidad y al panorama literario actual. Las aves que un día emigraron no es solo una selección, también es un canto, un homenaje a nuestra clase intelectual residente en este continente. Es un tributo a quienes se dedican con seriedad y empeño a este oficio.
ROSA SILVERIO
La literatura dominicana ha explotado, y para bien, con una generación diversa y sin ataduras que escribe de adentro hacia afuera y de afuera hacia adentro. Esta selección de Rita Indiana lo demuestra incuestionablemente, al congregar autores diaspóricos y nacionales, y revelar la diversidad creativa de una mirada caribeña, cosmopolita y, a la vez, no convencional. Se trata de una literatura que —como apunta Lorgía García Peña en el prólogo de este libro -corona «la dominicanidad como una vaína que se lleva en el cuerpo más allá de las fronteras nacionales y políticas de la isla». La cas a go del Monopoly es el inicio de un recorrido, pero no del único.
Hotel Cosmos es una obra testimonial, rebelde, que intenta romper con romanticismos baladíes y presenta una prosa grotesca y acuciante... Tal como dijo Aída: destructora, yo diría constructora, de una teología del oprimido que muerde la suela de su opresor. RAÚL LOCKWARD CÉSPEDES
Los siete cuentos que conforman este libro destacan de manera testimonial las distintas formas de violencia que sufren las mujeres, desde las más pequeñas hasta las a ancianas.
Dirigido a jóvenes y adolescentes, la autora refiere acontecimientos del diario vivir, donde ellas son abusadas sicológica y físicamente por los hombres y por las mismas mujeres, estas últimas con chismes, suposiciones, calumnias, omisiones y adoptando decisiones erradas producto de una sociedad que las dirige y minusvalora.
El eje del libro consiste en destacar las maneras en que las sometidas logran salir de situaciones injustas y vergonzantes, a través de un ejercicio de voluntad y de autopreservación.
Los sesenta y ocho textos que componen el índice de Crónicas crónicas constituyen una muestra bastante elocuente de lo que viene a ser el ejercicio de la escritura cuando la asume René Rodríguez Soriano: una perpetua búsqueda de difuminar, hasta hacerlos desaparecer, los límites entre los distintos géneros expresivos, literarios o no, por la vía de la inoculación en el torrente verbal de los inefables fluidos de una escritura poética cuyo arsenal se encontraba ya presente, en su gran mayoría, en los poemas de este autor dominicano.
Esta obra se aparta de la casi totalidad de las historias de pueblos y ciudades que se han publicado en el país en muchos sentidos y puede decirse que, junto a Historia social de Santiago de los Caballeros 1863-1900, constituye la historia local más importante y acabada que se haya escrito en la República Dominicana. Esta obra de Edwin Espinal Hernández es un nuevo hito en la historiografía dominicana. No hay otra historia de ciudad o de pueblo, en dimensión y en complejidad, que se iguale con estos volúmenes. Frank Moya Pons