Hay abuelas en todos los confines de la Tierra. Todos hemos conocido a una o a muchas, a las nuestras o a las de los demás.
Los más afortunados trotamos algunas tardes sobre las rodillas de una abuela Consiguelotodo o nos chupamos los dedos despues de paladear un abrazo de chocolate de una abuela Repostera. Muchos sabemos que hay pocas sensaciones comparables a la de quedarse dormidos en el regazo de una abuela Tejedora de cuentos o podemos presumir de haber visitado otros planetas a bordo de la mirada perdida de una abuela Lunática.
Ha llegado la hora de irse a la cama. La abuela lee un cuento y apaga la luz. ¡Hasta mañana! Pero este pequeño no se quiere dormir y, al escuchar ruidos, decide bajar a explorar. Cuál no será su sorpresa cuando descubre a un montón de dinosaurios bailando como locos en el salón. ¿Será que su abuela es en realidad… un abuelasaurio?
¿Por qué nos avergonzamos de lo que nos hace diferentes? ¿Y si eso a lo que llamamos defectos o complejos es nuestra energía y lo que realmente determina quiénes somos?
Siempre preferimos mostrar las fortalezas, aquello que se nos da muy bien, pero lo que de verdad nos hace ser nosotros mismos es aquello de lo que no estamos tan orgullosos. A veces, lo que tratamos de esconder es lo que nos hace diferentes, especiales, más fuertes... y donde nacen muchas de nuestras habilidades.
Lo que más miedo nos da suele ser lo que más nos ayuda a convertirnos en superhéroes.
Abuelos batallitas y abuelas cascarrabias. Abuelos modernos y abuelos antiguos. Abuelos que pasan las tardes delante del televisor y abuelos que pasan el día en el parque empujando columpios... Todos, todos ellos, caben en este libro. Hay abuelos que tienen los bolsillos llenos de besos, de caramelos, de historias y batallitas. Hay abuelos que navegan por los cuentos como a lomos de una ballena y otros abuelos madrugadores que se levantan antes de que suene el despertador para llevar a sus nietos al colegio a ritmo de cha-cha-chá.