La segunda a la derecha y todo seguido hasta el amanecer». Allí se haya el país de Nunca Jamás, territorio de la eterna juventud, de sueños, hadas, piratas… Porque allí habitan inolvidables personajes: Peter Pan, Wendy, Campanilla y el capitán Garfio, entre otros. En una lucha entre el bien el mal, la venganza y la amistad, la luz y las sombras, y a través de inauditas e imaginativas aventuras, todos ellos nos conducen por la senda del tiempo y la existencia más humana; ellos nos recuerdan al niño que fuimos y al adulto que a veces no queremos ser. Y es que, en el fondo, nuestras vidas no son otra cosa que un eterno retorno al país de Nunca Jamás. Y ahora, lector, deja volar tu imaginación…
Sobre la sólida roca de un acantilado, cerca de las costas de Turquía, la pequeña isla de Keros acoge al ejército nazi. Allí se alza la inexpugnable fortaleza de Navarone, cuyos cañones, famosos por su mortal precisión, cierran el paso de sus aguas a cualquier barco que se atreva a navegar el mar Egeo que la rodea. Sobre el habilidoso y temerario capitán Keith Mallory recae la misión de liderar a un pequeño comando con la misión de escalar el peligroso precipicio de Navarone, silenciar de una vez por todas sus cañones y rescatar a los más de mil soldados aliados allí apresados. Es, a priori, una misión suicida, pero Mallory, junto con Miller y Andrea, conforman un equipo eficaz y letal y preferirán morir antes que rendirse en el intento. Porque son conscientes de que una de las ofensivas más importantes de la guerra descansa en sus manos… Emocionante de principio a fin, es ésta la aventura de unos hombres que no se doblegan, de unos soldados dispuestos a morir los unos por los otros; una historia de camaradería, honor, suspense y acción como pocas.
Charles Marlow es enviado desde Londres al Congo en busca del responsable de una explotación de márfil, Kurtz, del que hace tiempo no se tiene noticia. Durante esa aventura, que le lleva a adentraser río Congo arriba, Marlow descubrirá la dureza de la oscuridad de una sociedad colonial brutal y miserable impuesta por los europeos en el corazón de África. Conrad traslada a este libro el viaje que realizara como capitán de un mercante, cuando Leopoldo II de Bélgica era propietario del Congo, que le adentró en las tinieblas y le hizo abandonar la vida de marino y la esperanza en la condición humana.