Después de que mi exnovio hiciera añicos mi sueño de dedicarme a la música, me prometí que nadie, nunca, me rompería el corazón otra vez.
Trabajar de asistente para un jugador de hockey debería ser pan comido, pero nada resulta fácil con Jamie Streicher. No me soporta, es tan intimidantemente guapo como gruñón, y tiene un ego inmenso. Así que no debería resultarme difícil ser profesional con él, incluso si vivimos bajo el mismo techo.
Pero… tras su antipatía, Jamie es sorprendentemente dulce y protector. Gracias a él, he recuperado la chispa creativa, vuelvo a escribir canciones y tengo ganas de subirme de nuevo al escenario. Y sí, llevo su camiseta en los partidos y en las fiestas con el equipo… y me estoy enamorando de él.