El pontífice nos propone en estas páginas quince pasos concretos para alcanzar la felicidad, pero no se trata de la que nos ofrece el mundo, sino de aquella permanente y eterna que viene de Dios. «El camino de Jesús siempre conduce a la felicidad. Siempre». Como él mismo explica: «Hemos sido creados para una felicidad más grande», y a través de sus palabras nos anima a salir de nuestra zona de confort, de miedo, de tristeza, para soñar en grande, para vivir plenamente nuestra vida aprendiendo a levantarnos tras los fracasos y a caminar de la mano de los demás: «En el arte de caminar lo que importa no es no caer, sino saber levantarse».
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