Al final de la Primera Guerra Mundial, el emperador de Alemania fue denostado como un perturbado y un tirano sediento de sangre que había conducido a Europa al desastre. Sin embargo, durante treinta años de reinado había sido ensalzado, y para millones de personas había encarnado la idea de una nación moderna, dinámica y poderosa.
El pormenorizado análisis de Christopher Clark descodifica a un líder y un hombre de su tiempo. Ni héroe ni villano, ambicioso en el ejercicio del poder, pero dubitativo y ambivalente, sin un programa político coherente, temeroso de la guerra y constreñido por otras fuerzas políticas, cuando no opacado por caudillos como Otto von Bismarck o Paul von Hindenburg.
Un estudio imprescindible sobre el poder del último emperador alemán.
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