LA SUMISA

«Imagínense a un marido que tiene ante sí, sobre la mesa, a su esposa, la cual se ha suicidado arrojándose por la ventana. El marido se encuentra aún aturdido, todavía no ha tenido tiempo de concentrarse. Va y viene por las habitaciones de su casa esforzándose por hacerse cargo de lo ocurrido, por «fijar su pensamiento en un punto». Además, es un hipocondríaco empedernido, de los que hablan consigo mismo. También en ese momento está hablando solo, cuenta lo sucedido, se lo aclara. A pesar de la aparente trabazón de su discurso, se contradice varias veces a sí mismo, tanto por lo que respecta a la lógica como a los sentimientos. Se justifica, la acusa a ella y se sume en explicaciones tangenciales en las que la vulgaridad de ideas y afectos se junta a la hondura de pensamiento. Poco a poco va aclarando lo ocurrido y concentrando «los pensamientos en un punto». Varios de los recuerdos evocados le llevan por fin a la verdad, la cual, quiera o no, eleva su entendimiento y su corazón. Al final cambia incluso el tono del relato, si se compara con el desorden del comienzo. El desdichado descubre la verdad bastante clara y de perfiles concretos, por lo menos para sí mismo.» Es así como Dostoyevski se dirige a sus lectores para introducirles La sumisa, publicada en 1876, uno de los últimos relatos surgidos de la pluma del gran escritor ruso, mientras trabajaba en la que sería su última novela Los hermanos Karamázov. La publicamos ahora en castellano recuperando la espléndida traducción de Juan Luis Abollado.
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Especificaciones de productos
Autor DOSTOYEVSKI, F.
Editora GALAXIA GUTENBERG
Encuadernado TAPA BLANDA
Páginas 112
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Imagen de TOLSTOI HA MUERTO
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TOLSTOI HA MUERTO

En la noche del 27 al 28 de octubre de 1910, Tolstói, de ochenta y dos años, abandona a su esposa e hijos y parte de incógnito en un vagón de tren de segunda clase. Desafortunadamente una enfermedad obligará al gigante de las letras rusas a detenerse en la pequeña estación de Astapovo, un diminuto pueblo perdido en el inmenso imperio ruso que en pocas horas se convertirá en el centro del mundo. Bajo la atenta mirada de las fuerzas policiales (preocupadas de que la muerte del "amigo del pueblo" pueda ser un pretexto para el desorden) y la mirada "maternal" de la Iglesia ortodoxa (que no pierde la esperanza de ver regresar al gran excomulgado a ella), a Astapovo acudirán periodistas, fotógrafos y camarógrafos, así como amigos, discípulos y familiares de Tolstói. Durante seis días -seis días que mantienen al mundo en vilo- la prensa dará a conocer los más mínimos detalles de la historia: por primera vez un hecho privado pasa a convertirse en un acontecimiento público.
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