Los sueños de Judith Peñalver se truncaron el día en que se desplomó en pleno Campeonato de España de gimnasia artística. Un desvanecimiento, provocado por una afección cardíaca, que la llevó a necesitar un nuevo corazón.
El trasplante fue un éxito, aunque ya no podía entrenar. Todo iba bien… hasta que llegaron las pesadillas, recurrentes, angustiosas. Y, aunque no quiera admitirlo, tan vívidas que parecen premoniciones o recuerdos de una vida que no es la suya: la penumbra, los aleteos desesperados, un pájaro enjaulado, música desconocida, una figura en sombras que la abraza en contra de su voluntad, el árbol de ramas amenazantes y raíces salientes, el terraplén, la caída… y una muñeca.