En 1614, Tokugawa Ieyasu prohibió definitivamente el cristianismo en todo su imperio y ordenó la expulsión de los misioneros y la condena a muerte de miles de cristianos.
¿Cuáles fueron las causas de la persecución a los cristianos en Japón? ¿Llegó el cristianismo a desaparecer? ¿Por qué nunca alcanzó gran relevancia entre las religiones practicadas en Japón? Responder a estas preguntas exige volver la mirada cinco siglos atrás –cuando los primeros cristianos llegaron al archipiélago– e intentar comprender el modo de pensar y vivir de aquellos japoneses.
A finales de 1596, un galeón español procedente de Manila, con rumbo a Acapulco, encalló en las costas de Japón. Los españoles confiaban en que los japoneses les facilitarían continuar su viaje, amparados en las buenas relaciones entre el gobernador de Filipinas y el caudillo militar nipón, Totoyomi Hideyoshi. Sin embargo, Hideyoshi confiscó la carga del galeón y condenó a los misioneros, y a varios cristianos laicos japoneses, a morir crucificados. La condena se ejecutó el 5 de febrero de 1597.
Los veintiséis cristianos condenados, que pasaron a la historia como mártires de Nagasaki, no fueron los primeros ni serían los últimos. Con la llegada al poder de Tokugawa Ieyasu, sucesor de Hideyoshi, se ordenó la prohibición definitiva del cristianismo en el país y la expulsión de todos los misioneros. Los cristianos –sacerdotes, religiosos o laicos; europeos, asiáticos o japoneses–, fueron quemados o decapitados.
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