¿Por qué, en los momentos más avanzados tecnológica y científicamente, vivimos una crisis mundial? ¿Qué consecuencias tiene para el desarrollo de la economía internacional? ¿Cómo interfiere en la relación entre los países de desarrollos tan dispares? ¿Las macroeconomías afectan a nuestra vida cotidiana? Hay respuestas para todo, aunque no todas nos gusten.
Occidente, o mejor, la cultura occidental, encontró su fundamento en la expansión europea gracias a la cultura cristiana, de manera que el concepto de Occidente resulta inseparable de su sustrato cristiano. Sin embargo, el desprecio de sus raíces culturales se ha convertido en el primer motor de un proceso de decadencia de incierto final. Una deconstrucción que marcha a enorme velocidad desde que Estados Unidos se erige como la potencia globalista que se impone en Occidente, toda vez que la Unión Soviética, por su propia idiosincrasia, se destruyó a sí misma.
El dominio estadounidense en el mundo, que se ha venido asentando progresivamente desde el siglo XX, ha traído nuevas formas culturales y ajenas al cristianismo. Se trata de la supremacía hegemónica en forma de Nuevo Orden Mundial que se extiende por Occidente gracias al poder financiero y tecnológico de carácter global.
Disponibilidad:
3 en stock