Llegan a la ciudad en coches enormes, viven en habitaciones amuebladas, beben whisky acompañado de chupitos de cerveza y persiguen a mujeres que no tardarán en olvidar. Se quedan poco tiempo, no más del que necesitan para construir el puente.»
A finales de 1964 se completaron las obras del puente de Verrazano-Narrows, que une Brooklyn y Staten Island y que, medio siglo después, sigue considerándose un prodigio de la ingeniería: con sus 4.176 metros de longitud, es el puente colgante más largo de Estados Unidos y el sexto del mundo.
Gay Talese, que siguió de cerca el levantamiento de este monumento al esfuerzo del hombre, recogió en El puente las historias humanas que se hallaban tras su construcción, desde el día a día de los obreros que trabajaban sobre vigas a alturas de vértigo hasta los acuerdos a puerta cerrada que desplazarían vecindarios enteros para dar cabida a la bestia.