«En el pan, como hermanos; en la información, como gitanos». Nido de piratas es una historia del diario Pueblo, que comienza en 1964, cuando el periódico de los sindicatos verticales se traslada al número 73 de la madrileña calle de las Huertas. Bajo la batuta de Emilio Romero, y con una tirada de más de doscientos mil ejemplares, se encuentra en la cima del éxito. Entre whiskys, partidas de póker y una nube de humo de tabaco negro, se oye el inconfundible repiqueteo de las teclas de las Olivettis. Los reporteros y fotógrafos que se pelean por las exclusivas se cuentan por decenas. Y están dispuestos a todo. Así lo recuerdan en este libro muchos de los que por allí pasaron. Desde Arturo Pérez-Reverte hasta Rosa Villacastín, Carmen Rigalt, Raúl del Pozo, Julia Navarro (y su padre, Felipe Navarro, Yale) o Andrés Aberasturi. Pero también otros -abogados, curas, fotógrafos, peluqueros, etc.-, testigos directos de esa manera salvaje y apasionante de hacer periodismo.
Pueblo, herido de muerte tras la salida de Romero, reacciona de forma tardía al golpe de Estado de Tejero, y sufre un fuerte recorte de plantilla y pérdidas millonarias. Aquel transatlántico en proceso de desguace se hunde irremediablemente. Esa parte de la historia, por desgracia, no parece tan ajena. Sus puertas cierran de forma definitiva en 1984, cuando el Gobierno de Felipe González termina de ejecutar el plan de Suárez de acabar con la prensa pública. Y, con él, desaparece una manera única, voraz y trepidante de entender el oficio.
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