Invitemos a niños y niñas a que sean los principales protagonistas de un cambio en el cual nosotros, adultos, tenemos que ser los primeros en creer. Así que demos el paso y sirvamos de ejemplo. Preguntémonos: «¿Qué puedo hacer yo?» y, sobre todo, «¿Qué podemos hacer juntos?» En casa, en la escuela, de forma individual y en grandes equipos. Pequeños gestos y acciones del día a día han de provocar ese cambio. Hemos de actuar, no por miedo a qué pasará si no lo hacemos sino porque con nuestras acciones estaremos respetando el lugar donde vivimos, nuestra casa.
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