En lo alto de Pico Desolación habló con Dios, con el pasado, el presente y el futuro de la humanidad. Terminado el contrato, bajó a la tierra y se dedicó a ser un peregrino decepcionado que recorre el mundo como quien transita una tierra extraña.
Con idénticas dosis de energía y humanidad, Ángeles de Desolación describe esa errancia llena de borracheras y vacío, que ya se ha convertido en legendaria, por lugares como México, Nueva York, Tánger, París o Londres, en los que se va encontrando a personajes tras los que es fácil reconocer a algunos de sus compañeros de generación: Allen Ginsberg, Gregory Corso, William Burroughs o Neal Cassady.