Durante siglos, la imagen de la montaña se ha utilizado como metáfora para simbolizar los grandes desafíos a los que nos enfrentamos, en especial aquellos que parecen imposibles de superar. Para conquistar la cumbre es necesario hacer un profundo trabajo interno que consiste en identificar y modificar las conductas que nos llevan al autosabotaje. Por medio del conocimiento, de la aceptación de nuestros hábitos más dañinos, del desarrollo de la inteligencia emocional y de la liberación de experiencias pasadas a nivel celular podemos abrir nuestra propia ruta hacia la cima. Al final, la montaña no se moverá, seremos nosotros quienes lograremos conquistarla.
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