Un testimonio estremecedor sobre los campos de detención chinos creados para someter a una parte de la población.
Perteneciente a la etnia uigur afincada en la región de Xinjiang, al noroeste de China, Gulbahar Haitiwaji emigró a Francia en 2006. Diez años después, en un viaje a su país natal, su vida cambió por completo: la enviaron a un campo de trabajos forzados donde más de un millón de uigures han sido deportados por las autoridades con el pretexto de luchar contra el terrorismo.