«... le pedí a Luis Alejandro Velasco que me describiera la tormenta que ocasionó el desastre. Consciente de que la declaración valía su peso en oro, me replicó con una sonrisa: "Es que no había tormenta". La verdad, nunca publicada hasta entonces, era que la nave dío un bandazo por el viento en la mar gruesa, se soltó la carga mal estibada en cubierta, y los ocho marineros cayeron al mar. Esa revelación implicaba tres faltas enormes... » Dado a conocer inicialmente en catorce entregas díarias en el periódíco El Espectador de Bogotá en 1955, poco después de los acontecimientos que consigna, este reportaje sacudió a la opinión pública de Colombia y llevó a la díctadura a responder clausurando el rotativo. El heroísmo en la peripecia del narrador de pasar diez días de absoluta soledad entre las bestias marinas no sólo radíca en haber vivido para contarlo, sino en revelar los detalles de la corrupción en la armada para facilitar el contrabando y otras violaciones al reglamento que en principio ocasionaron la tragedia, lo cual a la larga desmoronaría su propia leyenda.