Carley usa el humor y su inteligencia de la calle para mantener sus muros emocionales altos y gruesos. Pero el día en que entra en adopción temporal y se muda con los Murphy, es como que le cayera un balde de agua fría encima. Esta familia cariñosa y muy activa le muestra a Carley una vida familiar estable que ella nunca pensó podría existir, y se siente como una extraterrestre en ese hogar perfecto. A pesar de su resistencia, los Murphy logran mostrarle cómo se siente pertenecer al núcleo familiar, hasta que un día, su madre decide que la quiere de vuelta con ella y Carley tiene que decidir dónde y cómo vivir. Ella no es realmente una Murphy, pero lo que ellos le han dado le ha abierto un nuevo futuro.
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