ANA, LA PRINCESA Y OTROS CUENTOS P.
Desde que conocí a Luis Martín Gómez, en aquellos días finiseculares del
Circulo Literario del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC),
donde él formaba parte de un inquieto grupo de jóvenes ávidos de lecturas
y con gran potencial para la creación literaria, intuí que reunía las
condiciones necesarias para convertirse en el escritor que es hoy: uno de
los más sobresalientes de su promoción, a quien he seguido de cerca
desde entonces, tanto en su labor de periodista notable y colega en el
Banco Central como de narrador distinguido, con el júbilo de ser partícipe
de su firme ascenso, a través de menciones de honor y varios galardones,
entre ellos el Premio Anual de Cuento 1999, por su libro Dialecto, y el
Premio Anual de Literatura Infantil 2004, por Mamá, a aquella caracola
le está naciendo un mar.
Conocedor del oficio y las técnicas del género, Luis Martín posee un
dominio muy seguro del cuento, como lo demostró en La destrucción de
la muralla china (2003). Es notorio su poder de evocación, tan palpable
en Memoria de la sangre (2008), libro que resultó merecedor del Premio
Anual de Cuento, y la novela corta Rumor de río (2016), donde se
sumerge en sus recuerdos del Ensanche Ozama de su infancia, durante los
aciagos días de la Revolución de Abril de 1965 y los Doce Años de
Balaguer. Pero el rasgo que a mi juicio lo convierte en un narrador
especial entre sus congéneres es la presencia del humor punzante que
exhiben sus textos, rasgo inusual en la literatura dominicana, y esa
inocencia a flor de piel que nos transmiten sus párvulos, quienes observan
con asombro un mundo adulto, atroz e incomprensible.
Ahora, con la publicación de Ana, la princesa y otros cuentos premiados,
podremos aquilatar en conjunto el aporte de Luis Martín Gómez al cuento
dominicano contemporáneo.
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