Escrita después de Crimen y castigo y antes de Los demonios, de nuevo en un largo período de penu¬rias, El idiota (1868-1869) inicia el ciclo final de obras maestras de Dostoievski. Como todas ellas, ha propiciado múltiples lecturas: Hermann Hesse veía como la característica fundamental de su héroe el hecho de tener «una relación con el inconsciente más íntima y menos oscura que los demás»; Antonia S. Byatt decía recientemente que «como sus cómicos antecesores don Quijote y el señor Pickwick», la suya era una «inocencia que causaba daño». En cualquier caso, la fuerza de la novela estriba en situar a un personaje cándido, inteligente y a la vez lastrado por un déficit mental, generoso y en paz consigo mismo y con las adversidades del destino, en una sociedad no tanto frívola y volcada en lo material como desquiciada por la duda, la ansiedad y la insatisfacción.
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