Algunos autores, algunas autoras, se convierten, con el paso del tiempo, solamente en «expectativa»: lo que podrían haber llegado a ser; poco más. Rita Indiana demostró ya con La mucama de Omicunlé que podía y sabía cumplir las promesas hechas en la torrencial, apabullante y adictiva (sumaríamos aún más adjetivos) Papi, su primer gran texto. ¿Sería posible ir más allá? ¿Hacia dónde se dirigiría su poderosa narrativa? Hecho en Saturno es la respuesta a estas preguntas, y no sólo es un libro nuevo, como lo es toda la obra de Indiana, sino un libro, en sentido estricto, bueno. Muy bueno. Modernísimo (término hoy desprestigiado pero útil) a la vez que muy clásico. Un Goya duchampiano podríamos decir si no escandalizáramos a alguien. Quizá sea mejor no calificarlo, sino dejarlo en manos de los lectores. He aquí la historia de los hijos de una revolución, de muchas revoluciones. He aquí la vida en una isla. No, en dos: de Cuba a la República Dominicana, ida y vuelta? Sin embargo, esta novela no es local: su pasión, las contradicciones de sus personajes, la demolición de las viejas ideas de justicia e igualdad en pos del dinero, son universales y en muchos momentos parece que leyéramos sobre nuestro día a día, sobre este país, cualquier país. Digámoslo con rotundidad: Argenis Luna, protagonista de esta novela, es tanto un personaje mitológico como un paria de la tierra. A las diez páginas de vivir junto a él lo comprendemos y lo amamos. Sus contradicciones son las nuestras. Se quedará a vivir para siempre a nuestro lado.
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