En 1955 Japón ha dejado atrás los efectos de la derrota en la guerra, pero sigue siendo un país ensismado, rural y pobre. Como apunta su biógrafo, Francois Laut, "Nicolas Bouvir será uno de los últimos occidentales en vagabundear por este Japón que causaba la admiración de los viajeros del XIX con sus bahías encantadas, sus lagunas, sus montañas, sus desfiladeros, sus arrozales y sus bosques de cedros". Al igual que su admirado Matsuo Basho quiere recorrerlo a pie y así lo hace en algunos tramos que levantan como, el polvo del camino, una levedad de aire zen, un gozo perpetuo, y, siempre, un sentido poético de la extrañeza. Japón será su "fin de viaje", en esa larga travesía emprendida dos años antes desde Yugoslavia con su gran amigo Thierry Vernet.
Disponibilidad:
2 en stock