En un país cuyo nombre no será mencionado, se produce algo nunca visto: la muerte decide suspender su trabajo letal, la gente deja de morir. La euforia colectiva se desata, pero muy pronto dará paso a la desesperación y al caos, a conciencias corrompidas por acuerdos entre caballeros, explícitos o tácitos, entre el poder político, las mafias y las familias, pues si es cierto que las personas ya no mueren, eso no significa que el tiempo se haya parado. El destino de los humanos será una vejez eterna donde los ancianos son detestados por haberse convertido en estorbos inamovibles. Hasta el día en que la muerte dedice regresar.