«... había firmado por novecientas dieciocho cabezas de sus opositores más encarnizados la noche en que soñó que se veía a sí mismo convertido en un animal de un solo dedo que iba dejando un rastro de huellas digitales en una llanura de cemento fresco... todavía no llegaban las de los verdaderos culpables, pero Sáenz de la Barra le había hecho notar que por cada seis cabezas se producen sesenta enemigos y por cada sesenta se producen seiscientos y después seis mil y después seis millones...» Delirante, obsesiva, circular y eterna, El otoño del patriarca es la gran novela sobre el dictador latinoamericano. Figura arquetípica del imaginario continental, símbolo por antonomasia del poder absoluto, reina en un orden amenazante, irracional, monstruoso en sus alcances y propósitos, más allá de la imaginación de los hombres y mujeres comunes, guiado apenas por los hilos ciegos del pasado y de sus sentimientos torcidos. El solitario por excelencia existe en un plano inaccesible, en un limbo entre la apoteosis y el desprecio eterno.