Son tres las ideas que contiene Capital y resentimiento. Primero, que el Internet y las plataformas, que configuran el capitalismo actual (desde Amazon hasta Google), constituyen la última metamorfosis de un régimen financiero que fue instalado a partir de los años sesenta. Aquí, la información se ha vuelto una mercancía y una fuente de creación de valor. La segunda idea es que ha ocurrido una fusión entre el poder financiero y las nuevas tecnologías de la información. Las bolsas y el sistema de Internet trabajan en conjunto en más de un sentido. Esto ha dado por resultado una fragmentación y polarización de la opinión pública, que parece estar siempre tironeada por las falsas noticias y la necesidad de informarse. Esto ha traído consigo que el riesgo de pérdida de la democracia sea inmediato. La tercera idea, y la más inquietante de todas, afirma que para que este nuevo sistema funcione, las plataformas de Internet necesitan la activa presencia de todos nosotros en la web. Uno de los mayores combustibles de nuestras actuaciones y de todos los datos que producimos para el capital es, precisamente, el resentimiento. Es decir, el nuevo orden económico, consolidado sobre los mercados financieros y las plataformas de internet, transforma hasta la última fibra de nuestra subjetividad y sentimientos para producir valor y enriquecerse.
¿Qué clase de animal es el capitalismo y cuál es su dieta para mantenerse con vida? Si respondemos esta pregunta, dice Nancy Fraser, entenderemos de verdad la crisis de nuestro tiempo y descubriremos el modo de matar de hambre a la bestia. Para eso, no nos alcanzan los modelos teóricos heredados del marxismo, que tienden a concebir el capitalismo como un sistema económico basado en la explotación de la fuerza de trabajo y en la producción con fines de lucro, bajo las leyes del mercado y de la propiedad privada. Esa visión oficial hoy resulta estrecha y, sobre todo, engañosa.
En este análisis deslumbrante, Nancy Fraser desarrolla una teoría del capitalismo ?modelo siglo XXI?. Así, paso a paso, presenta una noción ampliada del capital como forma de sociedad y revela los ingredientes extraeconómicos que, lejos de ser marginales, son su condición de posibilidad. Para expandirse, el sistema canibaliza zonas enteras que no están mercantilizadas y que por eso quedan fuera del cuadro. Hay que traer a un primer plano esas ?moradas ocultas? de las que el capitalismo se alimenta y examinarlas a fondo: riqueza expropiada a la naturaleza (aire respirable, tierras cultivables, agua potable) y a los pueblos sometidos y racializados de las periferias; múltiples formas de cuidado, subvaluadas (cuando no negadas por completo) y en general a cargo de mujeres; bienes y poderes públicos, que proveen infraestructura material y jurídica que el capital necesita para funcionar y a la vez socava todo lo posible; la energía y la creatividad de los trabajadores. Si bien no se consignan en los balances de las empresas, estas formas de riqueza constituyen precondiciones esenciales para las utilidades y las ganancias. Estos soportes vitales de la acumulación son constitutivos del orden capitalista y el foco de conflictos hasta ahora aislados.
La vida se ha hecho mercado. Como si fuese nuestra segunda naturaleza, nos movemos en Uber, viajamos con Airbnb, ligamos en Tinder, compramos en Glovo, nos entretenemos en Netflix, hablamos de nosotros mismos en el lenguaje del capital humano.
Este estilo de vida, que Amador Fernández-Savater llama capitalismo libidinal, nos promete la felicidad, pero lo que produce realmente es sufrimiento y malestar, en forma de precariedad, endeudamiento y dolor psíquico. Paradójicamente, la derecha parece hoy más eficaz que nadie para canalizar esa desazón y su fuerza de rechazo (Trump, Bolsonaro, Milei), mientras que las estrategias de comunicación y las políticas de contención de la izquierda se muestran insuficientes.
¿Es posible reapropiarnos de nuestro malestar como energía de transformación social? Si queremos lograrlo, será necesario llegar a una capa más profunda de lo humano para imaginar y activar nuevas políticas del deseo.
"Carne y piedra" es una historia de la ciudad en la civilización occidental contada a través de la experiencia corporal de las personas. Apoyándose en un enfoque multidisciplinar y en su vasta erudición, Richard Sennett describe aspectos íntimos de la vida (cómo se movían hombres y mujeres, qué veían y oían, dónde comían, cuándo se bañaban, cómo hacían el amor...) en el espacio urbano de ciudades emblemáticas a lo largo de la historia. De la desnudez en la antigua Atenas a la falta de contacto con los otros en la Nueva York contemporánea; de la estricta geometría romana a la creación de lugares para la caridad en el París medieval; de las reuniones de los primeros cristianos a las fiestas revolucionarias francesas; del destino de los judíos en el gueto de Venecia durante el Renacimiento al del ciudadano francés en el París del siglo XIX, el autor explora un tema vasto y elusivo: la cambiante relación del cuerpo humano con su entorno construido.
Carta a Moscú. Escritos antiestalinistas de un socialista sin partido reúne una veintena de textos que, de 1936 a 1975, muestran el temprano compromiso del autor con la defensa de un proyecto de transformación política, social y moral que se mantuviera siempre vigilante ante toda forma de dominio totalitario, ya fuera bajo un gobierno capitalista, fascista o comunista.«Estoy convencido, y he tratado de expresarlo en todos mis escritos, que para poder resistir contra el fascismo, tenemos necesidad no tanto de medios materiales, ni de armas, ni de grandes aparatos burocráticos, como sobre todo de un modo totalmente distinto de considerar la vida y los hombres. Sin él, nosotros mismos, queridos amigos, nos convertiríamos en fascistas. Es decir: en fascistas rojos. Y debo deciros que me niego a convertirme en un fascista, y mucho menos, en un fascista rojo».Silone es un revolucionario y un hombre honesto, y por tanto, huelga decirlo, un exiliado. Es uno de esos hombres que son denunciados como comunistas por los fascistas y como fascistas por los comunistas.―GEORGE ORWELL
«Colonia Mixcoac, Ciudad de México, 12 de abril de 1975. Hoy cumplí doce años y mi tío Manuel dijo que tengo que apuntar en mi diario este día especial porque es un año mágico. Dice que en enero cambió la historia de mi país porque en la Constitución (que es un libro donde apuntan las leyes para que la gente obedezca, hagan cosas buenas y no se maten todos) pusieron que el varón y la mujer son iguales ante la ley. A los hombres les dicen varones».
Lydia Cacho
Son las seis de la tarde de un día de 1975 cuando Lydia Cacho se esconde en un rincón de la habitación que comparte con sus dos hermanas, toma la pequeña libreta con la que le ha obsequiado su madre y escribe su primer encuentro con la muerte en forma de carta para su amigo Carlos.
Con letra manuscrita, su primer diario revela un México gobernado por el PRI, la descripción de las desapariciones de estudiantes, los policías revisando mochilas a niñas y niños a las afueras del Colegio Madrid. Las contradicciones y rarezas de un país que poco a poco se acostumbra a la violencia y la mentira son narradas desde la pluma de una niña rebelde de clase media que escapa de su hogar porque se niega a aceptar el destino manifiesto decretado por el machismo.
La autora se sumerge en cuarenta y seis años de diarios, fotografías, intercambios epistolares y memorabilia que ha guardado como si supiera que habría de convertirse en una pionera del periodismo feminista mexicano. Con Cartas de amor y rebeldía, Lydia Cacho traza el nítido retrato de una vida entregada a la búsqueda existencial, al romance, la pasión, la poesía y la indignación de vivir en un mundo injusto. Este es su libro más íntimo y revelador.