En la Nochevieja de 1937, Katey Kontent, mecanógrafa en un bufete de abogados de Wall Street, y Eve Ross, su compañera de pensión, salen dispuestas a exprimir a fondo la libertad que promete Nueva York. Se dirigen a The Hotspot, un bar de tercera fila donde se toman el jazz lo bastante en serio como para que nadie moleste a dos chicas de buen ver, y donde la ginebra es suficientemente barata como para beber un dry martini cada hora. Cuando los tres dólares que llevaban se agotan, aparece en escena Theodore Tinker Gray, un joven cachorro de la aristocracia de Nueva Inglaterra, luciendo una sonrisa arrebatadora y un abrigo que Katey y Eve no podrían pagar con sus sueldos de un año. Juntos acabarán celebrando la llegada del año nuevo en Times Square, en una noche que marcará el principio de una amistad que transformará sus vidas. Este encuentro fortuito supondrá para Katey el acceso a círculos selectos de la sociedad neoyorquina, en los que, gracias a su agudeza, sus nervios de acero y su intelecto, logrará que se le abran muchas puertas. No obstante, inmersa en un universo resplandeciente, un mundo frívolo y disoluto habitado por personajes de dudosa procedencia, Katey tendrá que descubrir las reglas del juego para adaptarse a los desafíos de la gran ciudad.
No hay nada más eterno que un encuentro fugaz.
Una noche en París. Dos caminos entrelazándose.
Cuando Rhys y Ginger se conocen en las calles de la ciudad de la luz, no imaginan que sus vidas se unirán para siempre, a pesar de la distancia y de que no puedan ser más diferentes. Ella vive en Londres y a veces se siente tan perdida que se ha olvidado hasta de sus propios sueños. Él es incapaz de quedarse quieto en ningún lugar y cree saber quién es. Y cada noche su amistad crece entre e-mails llenos de confidencias, dudas e inquietudes. Pero ¿qué ocurre cuando el paso del tiempo pone a prueba su relación?
¿Es posible colgarse de la luna junto a otra persona sin poner en riesgo el corazón?
Un pueblo llamado Paradise, una casa en el lago y un montón de canciones convertidas en constelaciones. Hannah está a punto de descubrir que no puede elegir no enamorarse.
Hannah no quiere saber nada de Luke, su novio el último verano que pasó en Paradise, ni de Jamie, su estúpido mejor amigo, ni de Joy Ann, la antigua jefa de las animadoras, ni de Jennifer, Zoe, Joey o Teagan, los populares cuando todos estaban en el instituto.
Pero Avery va a casarse con uno de ellos y Hannah haría cualquier cosa por su mejor amiga. Además, Avery ha utilizado la carta de la amistad. Doble motivo para quedarse en Paradise atrapada con ellos en la maldita casa del lago.
En los años de entreguerras, un transatlántico, el Virginian, recorría las rutas entre Europa y América, con una carga de millonarios, de turistas, de emigrantes...
En el Virginian tocaba cada noche un pianista extraordinario, llamado Novecento, con una técnica maravillosa, capaz de arrancar notas mágicas, inauditas.
Cuatro novelas imprescindibles de Miguel de Unamuno reunidas en un único volumen. Las cuatro novelas aquí reunidas -Niebla, Abel Sánchez, La tía Tula y San Manuel Bueno, mártir- son consideradas, casi unánimemente, como las más destacables de su autor. Son también, sin duda, las más ampliamente conocidas, y las cuatro sumadas bastan para asegurarle el lugar excéntrico pero inesquivable que ocupa en el irregular panorama de la narrativa española del siglo XX. Pese a que sus protagonistas son, respectivamente, un alma cándida, un penitente, una virgen y un sacerdote, sus destinos carecen, hoy todavía más que en su día, de toda ejemplaridad, como carecen también de ejemplaridad, aunque en otro orden, las estrategias empleadas para narrarlos. Y esta es probablemente la razón que los sigue haciendo portentosos y atractivos.
Ojo Largo es uno de los jóvenes más destacados de Nublares, un clan primitivo que ha creado su propia sociedad. Valeroso e inteligente, Ojo Largo es demasiado independiente para aceptar las reglas sin más, como lo demuestra su deseo por Mirlo, la mujer del brujo de la tribu.
En esta incipiente sociedad, las pasiones humanas reflejan valores ancestrales y eternos como el amor y la lealtad, en un mundo donde la naturaleza impone sus propias exigencias.